viernes. 29.03.2024

1: Tú votas pero no decides nada. Desengáñate. Se podría poner mil y un ejemplos de esa evidencia, pero no caben en esta humilde columna.

2: Se mantienen las listas cerradas, confeccionadas por la dirección de los partidos (ni siquiera por sus bases). Las listas abiertas que tú les exiges le restaría capacidad de maniobra a la partitocracia, esa burla grotesca que lleva lustros disfrazada de democracia, aplaudida sólo por los que se benefician de ella.

3: Ya no estás solo en tu firme decisión abstencionista. Cada vez son/somos más. Y surgen esperanzadores movimientos sociales reclamando una “democracia real” y llenando todas las ciudades españolas de pancartas con el lema “No les votes a ninguno”.

4: Los abstencionistas conscientes, convictos y confesos, creemos que el voto en blanco es respetable. Tanto como el voto nulo (consistente en meter en el sobre rodajas de chorizo, como queriendo decir), pero se presta al engaño: puede significar aceptación del (mal) uso del sistema que hacen todas las fuerzas políticas, y también suele ser engañoso, pues de la misma manera que existe un voto oculto a siglas como el PSOE (hay mucha gente a la que le avergüenza reconocer que votarán por partidos tan desprestigiados, sobre todo en Lanzarote), muchas personas que aseguran que votarán en blanco acabarán introduciendo en los sobres el nombre de alguno de esos dos partidos. De ahí que el abstencionismo sea más sincero, pues no engaña a nadie en tanto que les dice a todos los candidatos lo mismo: “No te creo, no te voto”, incluso a riesgo de las represalias que pueda tomar el político una vez asuma el poder contra el abstencionista en una isla en donde todo el mundo se conoce.

5: En una democracia real eres tú, y no el político, el que da los consejos. Él es tu empleado, y no al revés, como parecen creer todos los cargos (y cargas) públicos. ¿Por qué se toman entonces todos los candidatos la libertad de decirte lo que debes hacer o no? ¿Qué autoridad tiene el político para sugerirte que vayas a votar? Ninguna, aunque él crea tenerla toda, y de ahí que se permita el lujo de hablarte con ese paternalismo y ese aire de superioridad que seguirá dándose mientras sigas votando y apoyando sus formas y maneras de hacer (cada vez que votas convalidas sus usos y abusos).

6: Prácticamente todas las fuerzas políticas llevan a imputados por corrupción en sus filas. En las pasadas elecciones locales, algunos partidos, como el PSOE, incluso horas después de aprobar la prohibición de permitir el acceso electoral a esos imputados, hacían públicas sus listas con muchos de ellos en liza. Otro insulto a la memoria y a la inteligencia de sus propios votantes, si los hubiera o hubiese a estas alturas del “zapaterazo”.

7: No permitas que te den lecciones de ética democrática precisamente los que se están cargando el sistema democrático por dentro. Los antisistema son ellos, no tú. Y ríete, o compadécete, cuando leas, escuches o veas al periodista de turno que habla del “peligro de la abstención”, ignorando que el peligro no lo ponen los que no votan sino los que salen elegidos y hacen –o dejan de hacer- lo que ya todos sabemos. Véase no más los sumarios del Caso Unión o su hijuela la Operación Jable: no hay abstencionistas entre los implicados… si acaso el PIL, que por primera vez en su historia renuncia a presentar batalla electoral, luego del último ridículo ante las urnas allá por mayo.

8: Políticos y (muchos) medios de comunicación te volverán a ningunear durante toda la campaña electoral, retroalimentándose ellos solitos en el mismo negocio de la infrademocracia. ¿Has visto a tus vecinos participando en los falsos debates o en las entrevistas pactadas y pagadas con los candidatos? No han sido ni invitados. No cuentan. Molestan. Con el celo electoral, que les ciega a ambos, se les caen las caretas del disimulo al político y al periodista poco escrupuloso. Devuélveles ahora su desprecio hacia ti pagándoles con la misma moneda, pero sin rencores. Donde las dan las toman. Plántate. Plántalos.

9: Este domingo, 20 de noviembre, vete a la playa a matar medusas o aguavivas, o a amarrar la burra al guayabero con la piba o echarle un puño a la baifa, o vete al fútbol y deja en fuera de juego a los que juegan sucio todo el rato con tu dinero: siendo tú el dueño de la empresa, ellos, los que están teóricamente a tu servicio, se imponen y se suben los sueldos y lo que no está en los escritos.

10: Hablando de subidas, te acaban de subir la factura del agua hace apenas unos meses. Su incompetencia manifiesta, sus corruptelas sin cuento (¿recuerdas la cantidad de campañas electorales a la americana que se han pagado con el dinero sacado de las tuberías sucias de Inalsa?), las pagas tú. Si eres capaz de votarlos y seguir mirándote en el espejo sin sentir vergüenza propia, felicidades: ya eres uno de ellos. Con tu pan te lo comas. En ese caso, vota y vomita. Tú misma.

([email protected]; twitter: @83miguelangel83).

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