viernes. 29.03.2024

Por Miguel Ángel de León

No hagas balance. Me consta que es negativo, pues me he gozado (es un decir) el lamentable espectáculo casi en primera línea. Y tampoco es necesario que insistas en recordármelo a cada paso. Ya sé de sobra que a ti también te avergüenza la situación. Esta situación de ahorita mismo, que nos coloca a todos los que vamos embarcados en esta pobre islita rica sin gobierno conocido, que va directamente proa al marisco, en el foco de la atención informativa de otras islas y del resto de España, porque está a punto de volver a saltar la liebre judicial sobre distintos y principales cargos públicos o políticos de cuyos nombres no quiero volver a ocuparme, de puro hastío. No más principie 2007, volverán a copar las páginas de tribunales. Está cantado.

Sé que a veces, como conejero, te sientes incómodo de tu origen ante otros canarios que te preguntan, a viva voz o con la mirada inquisidora, por qué tú o los tuyos, tus familiares o tus vecinos, están permitiendo que se encaramen en el poder los que se aprovechan de éste para fines espúreos o torticeros. Y sé igualmente que no te sirve de consuelo que se hayan destapado recientemente otros tantos casos de corrupción política en islas vecinas y hermanas como Fuerteventura, Gran Canaria o Tenerife. Mal de muchos sólo es consuelo de tontos, como avisa y advierte el sabio refranero.

Y tú, que nunca has votado a ninguno de esos sinvergüenzas convictos y confesos, y que a veces ni siquiera has votado a ninguno, porque te tienes por abstencionista activo y consciente (consciente de que a veces no se puede votar a nadie si no hay nadie a quien votar), te preguntas qué alícuota parte de culpa tienes en todo este sinsentido. Pero no está tan claro que no tengas algo de culpa o responsabilidad. Si te callas tienes, como mínimo o como poco, un buen trozo de culpa. Si te inhibes ante el escándalo mayúsculo, ante el robo del dinero de todos, eres un ratito culpable. Tal cual. No le des más vueltas a lo que no tiene vuelta de hojas.

Pero sé que sigues sintiendo vergüenza, propia y ajena. No es necesario que me lo jures cuando te encuentro por la calle y me lo cuentas, con la cabeza agachada y tan avergonzado como yo. Todos lo sabemos, aunque sólo algunos, muy pocos, cada vez menos, osan contarlo, señalando con el dedo al rey que va desnudo. Pero también a los demás hay que entenderlos: tienen familia y bocas que alimentar. Ponte en su lugar. Nunca se puede juzgar objetivamente a nadie hasta que no te colocas, al menos durante un ratito, en sus zapatos.

Nadie sabe exactamente durante cuánto tiempo más se va a prolongar esta humillación pública a todos los lanzaroteños, incluidos a los que votan a los que sólo merecen ser botados al barranco.

Con todo y pese a todo, feliz 2007, aunque con esta tropa que vota lo que vota, incluso cuando no hay nada que votar, y con esa otra tropa dirigente que ya ha dado de sí todo lo que tenía que dar (nada), lo vamos a tener más que difícil, para mi gusto. Buen año, hermano. ([email protected]).

Adiós a todo esto
Comentarios