jueves. 25.04.2024

En vista de que la caja tonta catódica o catatónica ofrece a día de hoy poca cosa que merezca verdaderamente la pena y la pérdida del bendito tiempo (más canales sólo significa más cantidad, no más calidad), recurro por enésima vez a una ya añeja cinta de vídeo en donde tengo grabado como oro en paño uno de aquellos magníficos debates que bajo el ya mítico título de “La Clave” presentaba el barbado José Luis Balbín en las últimas y más indecentes horas de la madrugada (en televisión, en donde manda la horterada y el descerebramiento colectivo, como es triste fama, la inteligencia o no cabe o se relega a horarios imposibles). El concreto debate al que me refiero, emitido a principios del año de gracia de 1993 (ya ha llovido algo, aunque en Lanzarote siempre nos parezca poca el agua caída del cielo), empezó siendo un acierto desde el título del mismo: "Nacionalistas, ¿progres o carcas?". Yo tengo la respuesta muy clara a esa pregunta, pero yo soy muy mío, como dijo el otro.

Aquel planteamiento ya era todo un hallazgo, por lo inusual. Luego, durante el desarrollo de la tertulia, los que abogaban por la cordura renegando del peligro de las modas les darían toda una lección de conocimiento histórico y desapasionado a los otros histéricos representantes del independentismo etnomaníaco y más o menos vivacartagenero. Todavía hoy hay gente en el PSOE, empezando por el mismísimo José Luis Rodríguez “El Puma” (Zapatero, quise decir), que mantienen la errada y errática creencia de que el nacionalismo significa evolución, cuando que es el sinónimo perfecto de involución, de regreso a la tribu.

La sociometría, a juzgar por sus escasos aciertos empíricos, es un cachondeo que deja chico incluso al judicial, como se ve y comprueba cada vez que las encuestas electorales -un suponer- se contrastan luego con los verdaderos resultados arrojados por las urnas. Pero, como toda regla tiene su excepción que la confirma, luego hay sociólogos muy cultos y con gran lucidez política y social. Uno de esos rara avis es Amando de Miguel, de cuyo aplomo intelectual hemos tenido ya sobradas muestras a través de sus artículos en la prensa y sus numerosos libros publicados. Mientras los representantes del nacionalismo valenciano y el independentismo catalán se peleaban entre ellos en “La Clave” por un quítame allá una pazguata denominación de origen (siguen en la misma guerra a día de hoy, a cuenta del cuento del nombrete del territorio que los monos delimitan con sus meadas en los documentales sobre la naturaleza y los animalitos, ese debate tan falso como peligroso), Amando recordó y reparó en el inmenso disparate político que supone el deseo o el intento de la práctica totalidad de los nacionalismos (CiU, PNV, y de último Coalición Canaria) de gobernar en coalición con el PSOE o con el PP al mismo Estado "opresor" al que le hacen la guerra y del que viven: si mañana -un suponer- se independizara (o se independizase, que sería aún peor) Cataluña del resto de España, CiU ya no tendría razón de ser... y mucho menos el Barça, flamante campeón por segundo año consecutivo de la Liga española, a no ser que se contentara con ganar todos los años una liga en donde sus máximos rivales serían el Lérida/Lleida o el Gimnastic de Tarragona, dicho sea con todo el respeto para los representantes balompédicos de esas dos provincias catalanas que tan buenos recuerdos de juventud me traen siempre.

En el debate televisivo de marras, por cierto, llamó la atención la incomparecencia del representante del presunto nacionalismo canario. Balbín insistió en recordar que habían sido invitados en repetidas ocasiones, pero prefirieron eludir el debate. Lo que nunca se llegó a saber es si fue por falta de ideólogos o porque no se pusieron de acuerdo en la elección de la tribu: no sería lo mismo enviar al programa a un insularista, un converso de la UCD o el CDS, un asambleario inmobiliario o un comunista/cristiano de la ya desaparecida ICAN, padescanse. Todos ellos andaban ya por aquel juntos, sí, pero no podían ir revueltos a “La Clave”. Al final no acudió ninguno y eso que nos ahorramos los canarios a la hora de evitar la vergüenza ajena. Dios aprieta pero no ahoga... ([email protected]).

Ahí está la clave...
Comentarios