jueves. 28.03.2024

Inicio este artículo con una cita del recientemente fallecido John Berger, extraída del artículo Dónde hallar nuestro hogar: “Ella se rió, se sirvió más vino blanco. ¿Ese es Karl Marx, no? Él asintió mirando la sábana. Marx fue un gran profeta. ¿Cómo veía el futuro?, preguntó ella. Los ricos serán más ricos”.

En estos momentos de triunfo incuestionable a nivel ideológico del neoliberalismo ensalzar a Karl Marx supone una auténtica osadía, ya que tal acción implica el verte sometido a ataques furibundos por todo el aparato político, mediático e intelectual dominante. Especialmente porque se ha extendido la opinión interesada de que las ideas de Marx fueron las que propiciaron todo un conjunto de calamidades para la humanidad, desde asesinatos en masa, hambrunas, los gulags, y un despotismo brutal con la pérdida de libertad para millones de hombres; e igualmente las figuras crueles de Stalin en la URSS, de Mao Tse Tung en China y de Pol Pot en Camboya. Responsabilizar a Marx de las monstruosidades de estos regímenes comunistas es tan descabellado como el hacerlo a Jesucristo de la Inquisición. De entrada, porque nunca Marx hubiera legitimado estos regímenes liberticidas y además porque nunca pensó que el socialismo pudiera triunfar en sociedades atrasadas como la Rusia zarista, la China imperial o una Camboya recién independizada. Muy al contrario, tuvo la convicción de que se implantaría en un país occidental, como Alemania o Inglaterra, con un determinado nivel de de desarrollo económico e industrial. Los críticos de Marx no suelen recordar los crímenes genocidas del capitalismo: las hambrunas de finales del siglo XIX en Asia y África, el genocidio del Congo , de por lo menos 10 millones de sus súbditos africanos; la carnicería de la I Guerra Mundial; y los horrores del fascismo, un régimen al que el capitalismo tiende a recurrir cuando se ve acosado.

Como señala Antoni Domench “Se han olvidado interesadamente que, además de unos cuantos mamarrachos del partido nazi, en los juicios de Nuremberg fue juzgada –y condenada—como responsable última y beneficiaria principal de los crímenes nacionalsocialistas la crema y la nata de la oligarquía industrial y financiera alemana: los Flick, los Siemens, los von Thyssen, los Krupp, etc., etc. Casi todos los seguidores actuales de Marx rechazan las villanías de Stalin y de Mao, mientras que muchos no-marxistas no hacen lo mismo con las del capitalismo. Marx estuvo allí para presenciarlo y lo denunció "El capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, de la cabeza hasta los pies".

El marxismo realiza una explicación muy completa de los orígenes del sistema capitalista, de las leyes de su funcionamiento y de la manera para poder eliminarlo. Es una teoría de cómo las adineradas naciones capitalistas podrían utilizar sus inmensos recursos para lograr la justicia y la prosperidad para sus pueblos. De ahí el inmenso atractivo que ha ejercido tanto en muchos intelectuales, como en grandes masas de los pueblos del mundo. Como ha señalado Tony Judt, la baza más fuerte del marxismo fue la seriedad moral de la convicción de que es un movimiento dedicado firmemente a representar y defender los intereses de los marginados de la historia frente a una minoría explotadora. El contraste no puede ser mayor si lo comparamos con la ideología neoliberal, que precisamente va en dirección contraria.

Como señala Terry Eagleton, el auténtico sentido de los escritos de Marx se pueden resumir en determinadas preguntas que se hizo y que hace ya bastante han dejado de plantearse: ¿Por qué el Occidente capitalista ha acumulado más recursos de los que jamás hemos visto en la historia humana y, sin embargo, parece incapaz de superar la pobreza, el hambre, la explotación y la desigualdad? ¿Cuáles son los mecanismos por los cuales la riqueza de una minoría parece engendrar miseria e indignidad para la mayoría? ¿Por qué la riqueza privada parece ir de la mano con la miseria pública?

Un concepto clave del marxismo cual es la lucha de clases, el auténtico motor de la historia, expuesto en 1848 en uno de los libros más influyentes de la historia contemporánea y que sigue reeditándose El Manifiesto Comunista, no ha perdido actualidad. Warren Buffet lo ha dicho “la lucha de clases sigue existiendo, pero la mía va ganando“. Marx teorizó que el sistema capitalista (intrínsecamente injusto y autodestructivo) empobrecería inevitablemente a las masas, a medida que la riqueza se concentrara en las manos codiciosas de unos pocos, causando crisis económicas y reforzando el conflicto entre los ricos y las clases trabajadoras, ya que “la acumulación de riqueza en un solo polo genera al mismo tiempo en el polo opuesto la acumulación de miseria, trabajo duro y agónico, esclavitud, ignorancia, brutalidad y degradación mental”. Lamentablemente, son evidentes las estadísticas que demuestran que los ricos son cada vez más ricos, mientras que la clase media y los pobres cada vez son más pobres. La lucha de clases ha regresado. El enfurecimiento de los trabajadores en el mundo va en aumento y exigen su justa parte de la economía global. La tensión entre el capital y el trabajo ha alcanzado unos niveles inéditos desde las revoluciones comunistas del siglo XX.

Eso deja abierta una posibilidad escalofriante: que Marx no sólo diagnosticara correctamente el comportamiento del capitalismo, sino también su resultado. Si los políticos no encuentran nuevos métodos para asegurar oportunidades económicas justas, acaso los trabajadores del mundo decidan, simplemente, unirse, como ya recomendó Marx en El Manifiesto Comunista “Proletarios del mundo uniros”. Puede que entonces Marx se tome su venganza. Por todo lo expuesto considero que el pensamiento de Marx sigue vivo, por más que no hayan faltado sepultureros para su enterramiento.

Termino también con unas palabras de John Berger del artículo ya mencionado Dónde hallar nuestro hogar: “Alguien pregunta: ¿todavía eres marxista? Nunca ha sido tan extensa como hoy la devastación ocasionada por la búsqueda de la ganancia, según la define el capitalismo. Casi todo mundo lo sabe. Cómo entonces es posible no hacerle caso a Marx, quien profetizó y analizó tal devastación. La respuesta sería que la gente, mucha gente, ha perdido sus coordenadas políticas. Sin mapa alguno, no saben adónde se dirigen”.

Alguien pregunta: ¿todavía eres marxista?
Comentarios