viernes. 29.03.2024

Por Andrés Chaves

1.- Algunos de los pasajeros lo recordarán. Viajábamos en un Vikker Viscount, cuatrimotor turbohélice, desde Belfast a Edimburgo. Ya me llamarán para recordarme la fecha, pero en todo caso hace muchos años, más de un cuarto de siglo. Para que tengan una idea, un Vikker Viscount, de fabricación británica, es igual a ese avión abandonado en Los Rodeos y que usan los bomberos para hacer prácticas contra incendios. Se encuentra en un descampado, cerca de la calle de rodadura que da a la cabecera 3-0, la del padre Anchieta . Nos sorprendió en pleno vuelo una tormenta que estuvo a punto de dar con el avión en el mar. Un trayecto que debía durar no recuerdo si una hora u hora y pico se nos hizo eterno: el piloto empleó en cubrir la ruta casi tres horas; no aterrizábamos nunca, las azafatas lloraban en los pasillos. Yo tenía muy pocos años, como treinta, y entonces la vida me importaba poco (como ahora), así que me reía de que los platos volaran y de que el equipaje de mano cayera sobre nuestras cabezas. No sé si Juanjo Iglesias , conocido hombre del turismo tinerfeño, iba en ese vuelo, me gustaría que me lo confirmara por mail.

2.- No sé por qué me ha venido a la cabeza, otra vez, ese vuelo, en el que tanta gente lo pasó mal. Dicen que el Viscount era uno de los aviones más seguros desde que salió al mercado, sobre 1947, en los tiempos de la independencia de la India. Se fue transformando desde entonces hasta conseguir el fabricante un excelente aparato comercial, muy utilizado por las compañías británicas y de otros países, sobre todo por la recordada BEA. El avión en el que viajábamos no sé si era de BEA o de una empresa charter irlandesa. Alguien tiene que conservar algún recuerdo de aquel momento. Yo ahora lo guardo casi todo, no sé para qué; en el pasado era más descuidado y he andado tanto por el mundo que apenas me acuerdo de los lugares que he visitado.

3.- Tiempos gloriosos de las promociones turísticas, a las que yo acudía siempre con los empresarios del sector o con la gente del Cabildo. Recuerdo algunas con Gloria Salgado , a la que le envío un abrazo; con Lorenzo Dorta , amigo mío desde tiempo inmemorial. Precisamente estoy dedicando ahora los lunes, que no hago radio, a rebuscar en mis archivos, que un día tendrán que salir a la luz, ciertos recuerdos de mi vida y mis andanzas, desde 1970 que estoy en esta desgracia del periodismo. Es bueno recordar los momentos vividos, aunque sean tan desagradables como aquel viaje en el que unos cuantos acabamos borrachos. Y todo por cuenta de la casa. Otro día les hablo de los aterrizajes de emergencia en el Kennedy (en un 747 de TWA, sobre 1971) y en Río de Janeiro (en un Jumbo de Aerolíneas, con el C.D. Tenerife a bordo).

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Aquel viaje
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