viernes. 19.04.2024

1.- Hemos llegado a lo de siempre: cada herreño es ahora un volcanólogo (da igual decir vulcanólogo, están admitidas ambas voces). Y me parece bien. Es hora de que las universidades canarias cuenten con facultades de geología, con especialidad en volcanes. Si las dos universidades públicas no quieren o no pueden, le ofrezco la idea a la Universidad Europea, si es que se va a establecer en La Orotava, que yo así lo espero. Desde luego, la matriculación de alumnos estaría asegurada, después de que la erupción submarina de El Hierro haya despertado tantas vocaciones como curas y monjas dejan atrás las apariciones de las vírgenes sobre peñascos y árboles de la geografía mundial. Los potenciales alumnos dispondrían de la mayor sala de prácticas del mundo: las propias islas. Todo un gran laboratorio. Pero, atención a lo que digo. Varios científicos de reconocido prestigio, algunos ligados al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, han pedido ser acreditados en El Hierro para investigar la erupción del volcán de La Restinga y les han contestado que no. La ciencia es universal. Ningún Gobierno -como el de Canarias-, que no se caracteriza demasiado por comprender y apoyar a la ciencia, debe poner cortapisas a la llegada de científicos, con sus equipos, que quieran estar presentes en la investigación. Que no en la toma de decisiones, que esto sí es competencia de los expertos que designen los organismos políticos competentes. Pero nunca vetar a la ciencia porque me parece propio de pueblo bárbaro. Y yo quiero pensar que el mío no es un pueblo bárbaro, aunque haya bárbaros infiltrados en todas partes. Espero que el Instituto Geográfico Nacional no ponga pegas a que colegas de sus científicos destacados en El Hierro pueden realizar sus investigaciones sobre el volcán, de momento submarino, mañana no sabemos.

2.- Por cierto, que ya está en las librerías la que será novedad editorial del año, el primer tomo de la Geología de Canarias del profesor Juan Carlos Carracedo . Serán, cuando sea editada la obra completa, tres tomos, puestos a la venta a un precio muy asequible, para que hasta los estudiantes puedan tener acceso a ellos. Se trata de la primera geología de Canarias, nunca hubo otra. Y significa un trabajo de años del profesor Carracedo, del CSIC, nuestro más reputado volcanólogo. Este estudioso de los volcanes, en compañía de otros colegas, ha enviado a algunas revistas especializadas un interesantísimo artículo sobre el nuevo volcán de El Hierro, texto que esta semana también publica Canarias Confidencial . El artículo ha sido traducido ya al sueco, y enviado al reportero Arne Lapidus , del diario "Expresen", de Estocolmo, por la señora Helena Somervalli . Lapidus publicó un reportaje catastrofista sobre el volcán herreño, de esos a los que algunos nos tienen acostumbrados. Con este artículo de Carracedo y otros científicos se tranquilizará. Uno de los firmantes del trabajo es un profesor de la Universidad de Uppsala, que le queda muy cerca al reportero Lapidus. Que le pregunte al doctor Valentin Troll , investigador de Uppsala, y él le informará perfectamente de lo que ocurre en El Hierro. El resto de los autores son el propio Juan Carlos Carracedo (Grupo GEOVOL, de la Universidad de Las Palmas); José Luis Fernández-Turiel , del CSIC; Francisco José Pérez Torrado y Alejandro Rodríguez González , también del Grupo GEOVOL; y Sebastián Weismaier , de la Universidad de Munich.

3.- Es preciso escribir de El Hierro. Claro. Hay un volcán ahí abajo. Han sido muy vistas y comentadas las fotos de la NASA, en las que se distingue claramente la mancha verde frente al pueblo de La Restinga, cuyos vecinos lo han abandonado, en contra de su voluntad. Nadie sabe si el volcán tirará para tierra y aparecerá por una ladera cercana. Nadie lo sabe, pero parece improbable. Dentro de un mes, o de dos, quizá todo esto sea historia y será entonces el momento de meter en el mar submarinos y robots a ver qué ha dejado el volcán, que por cierto no tiene nombre -¿quizá de La Restinga?-. Cuando el Teneguía, sentado en una piedra y viendo las explosiones de la cercana montaña, yo pensaba en un nombre para él. Escuché que si el Búcaro, que si el San Juanito, hasta que llegó Luis Ortega y dijo: "Teneguía, tiene que llamarse Teneguía". Y así fue, se llamó Teneguía por los siglos de los siglos. Así que Luis Ortega -aunque otros se lo apropien- puede estar orgulloso de haber puesto el nombre a un volcán. El del 71. A ver quién bautiza ahora al de La Restinga. Y tampoco sé nada del mero Pancho , que habita en una cueva cercana. Pancho come en la mano de los buceadores. ¿Habrá podido huir, con su corte de cefalópodos? Ay, El Hierro, cuántos años viví en esta isla, que a veces me parecía de ensueño y otras una tierra fantasma bajo un manto de estrellas. Ahora renueva su atractivo con un volcán que vomita entraña bajo las olas del mar. Dicen que la flora y la fauna marina se regenerarán muy pronto y que la mancha verde se interna en el Atlántico, rumbo a quién sabe dónde, para desaparecer en la inmensidad. Hay que echarle poesía a la cosa porque esta indigestión geológica la permite. Los herreños estaban encogidos y tensos. Ahora se estiran, forman corrillos, hablan de volcanes porque, repito, cada periodista, cada herreño, cada turista es un volcanólogo. Todos han hecho un curso en la calle, en los periódicos, en la radio y en la televisión. Y en El Mentidero, el más famoso bar-casino de El Pinar. Hasta Arne Lapidus, el intrépido -e imaginativo- redactor del "Expresen" es un volcanólogo, digno émulo de Simon Day , aquel becario al que se le fue la olla y en vez de ejercer como científico lo hizo como novelista, derrumbó la Cumbre Vieja y arrasó con su ola de ficción la ciudad de Nueva York. Joder, qué capacidad para contar disparates. Ni yo mismo, que tengo fama de seguidor de Julio Verne , lo hubiera hecho mejor.

[email protected]

Cada herreño es ahora un volcanólogo
Comentarios