viernes. 29.03.2024

Por Andrés Chaves

1.- Existen muchas clases de godos: el godo confianzudo, el godo complaciente, el godo pesado (generalmente, los vendedores de objetos de todo tipo), el godo salivar (que te va echando pollitos cuando habla) y el godo remilgado. El godo remilgado es educadito y, por lo general, limpito. Porque no todos los godos son sucios; los hay muy atildados y finos. El otro día me telefoneó un letrado de cierta gran empresa nacional para decirme lo que yo ya sabía: que debo unos cuartos atrasados por una venta a plazos. El godo empezó fuerte: que había dado traslado de la deuda al procurador para iniciar una acción monitoria contra este humilde cronista de provincias. Luego, cuando le dije al remilgado que él estaba en su derecho del monitorio ese y yo en el mío del vomitorio, es decir de hacer mutis por el foro y de comenzar una veloz carrera hacia el no pagar, el hombre aflojó y me respondió que podíamos alcanzar un acuerdo y esas cosas que se dicen cuando el acreedor no quiere llegar al juzgado porque sabe que no cobra, a no ser que tenga mucha suerte. Total, que arreglamos el asunto (tampoco era mucho, un resto de una venta a plazos) y el remilgado comenzó a dedicarme una serie de epítetos cariñosos que concluyeron en un casi implorante: "No se olvide, don Andrés , que el 28 le llega el recibito".

2.- Sé de gente muy seria que atiende todos los plazos y que no recibe jamás la llama implacable del godo remilgado que se las sabe todas. "Usted me dijo lo mismo la otra vez, don Andrés; probablemente ha sufrido usted un olvido totalmente comprensible, dados los tiempos que vivimos". "Pues no", le respondí, "no me he olvidado, ¿cómo iba a hacerlo?, pero es que estoy más tieso que una mojama, que no tengo perras, ¿entiende?, así que habrá que renegociar eso, porque si no aquí no cobra ni el Potito" . "Ay, qué gracioso es usted, don Andrés, seguro que llegamos a un acuerdo, hombre". Y así un rato, hasta que me harté de tanta majadería y le propuse un plan, que aceptó. Pero siempre con la jodida muletilla el puñetero godo remilgado: "Y no se olvide usted que el 28 le llega el recibito. Diga a su banco que lo atienda, por favor". Y yo, como el mago: "Mándelo usted, a ver".

3.- En cuanto al godo confianzudo, se trata del más clásico de todos: participa en las conversaciones ajenas, quiere meter baza ante gente que no conoce, es tremendamente osado en sus opiniones. El godo confianzudo, es decir, el español que habla alto como quien nunca ha albergado la duda (Jorge Luis Borges ), te tutea de entrada y no te deja hablar. Es un plasta de dimensiones singulares. ¿Que cuál godo prefiero yo? El normal, el que viene aquí a trabajar y a integrarse. Tengo grandes amigos entre ellos y los considero tan canarios como yo. El tema del godo es inagotable, una auténtica cantera. Ya hablaremos de él.

[email protected]

Clases de godos
Comentarios