viernes. 19.04.2024

Por Miguel Ángel de León

Ella es de Lanzarote. Yo también. Ella es cantante. Yo tampoco. Viene de una isla y ha aprendido rapidito las reglas del juego de eso que los cursis llaman el “showbusiness” (con perdón por el estúpido e innecesario anglicismo). Ecléctica y extravagante.

Demasiado quizás para una cantante latina en un mundo que es, todo él, una provincia de los Estados Unidos, el penúltimo Imperio "cultural", donde también suena su nombre y su música, como puede constatar recientemente en Nueva York. En su día y momento se ganó a los hispanos de todo el planeta en cuestión de meses: los que tardó en ir de la nada al estrellato.

Perdió el apellido por razones comerciales (nada nuevo bajo el sol artístico, por otra parte), y en contra de lo que ahora puedan pensar los que la ven ya cómodamente encaramada/instalada en el éxito, como si llevara ahí toda la vida, su camino artístico no le fue fácil en la isla de la que procede.

De hecho, aquí le fue materialmente imposible y tuvo que irse fuera para encontrar su propio camino y echar a andar por él hasta nunca se sabe dónde. La habitual envidia de los pueblos pequeños (infiernos grandes, como es triste fama), y la típica endogamia “necionalista” la han llegado a acusar, sin fundamento alguno, de traidora a una causa que no existe. Llevaba cuatro años sin actuar en esta pobre islita rica sin gobierno conocido y mariscadores reconocidos. Ayer, minutos antes de su concierto en Tinajo, nos concedía la siguiente mini entrevista apócrifa de urgencia:

-Algunos en la isla aseguran que se te han subido los humos a la cabeza...

-Imposible. Yo no fumo...

-Se refrieren a que has tardado muchos años en volver a actuar en Lanzarote...

-En todo caso, habrán tardado mucho tiempo otros en contratarme...

-También se habló, años atrás, de roces tuyos, o de tus representantes, con el Cabildo conejero. Y se especuló que exigías, para cantar aquí y puestos a disparatar, un apartamento a pie de playa, tres Toyotas y dos Mercedes delante de la puerta y 27 guardaespaldas...

-Mira, con respecto al Cabildo lo único que he pedido siempre es que no relacionen mi nombre con el de esa institución que lleva años avergonzándonos a todos los conejeros, sobre todo cuando estamos fuera de la isla y alguien menciona lo que ocurre allí dentro. El último mal ejemplo está de candente actualidad: mientras venía en el avión pude leer en todos los periódicos nacionales lo del consejero de Pesca, de cuyo nombre no quiero ni acordarme, mariscando ilegalmente. No te digo más. Qué bochorno... y no sólo por el calor que está haciendo.

[NOTA DEL AUTOR: Cualquier parecido con la realidad puede ser algo más que simple o simplona coincidencia]. ([email protected]).

Des-concierto de Rosana
Comentarios