jueves. 18.04.2024

1.- Tengo ganas de escribir el artículo más aburrido del mundo. Pero el drama es que no me sale. Podría escribir un artículo de argentinos u otro del F.C. Barcelona, dos temas de por sí pesadísimos. Pero no tengo argumentos. Me faltan el nudo y el desenlace. Así que me he echado a la calle en busca de algún pejiguera que me alegrara el día y la ciudad estaba desierta, como la playa aquélla en la que dibujaban el nombre de María Isabel en la arena, allá por los sesenta. El tema recurrente de la independencia de Escocia no me deja frío ni caliente y mucho menos la consulta catalana del 9 de noviembre (como siempre, sin tarjeta). Nada. No me venía nada al buche para intentar aburrir a los lectores, ya de por sí abatidos por el tedio del incierto septiembre. Para alimentar mis ganas de aburrirme y de aburrirles a ustedes contándolo, intenté montar una mesa de Ikea y puse las patas al revés. Es peor que montar bien el famoso cubo ese de no sé quién, de Rubick , creo. Montar una mesa de Ikea es imposible.

2.- Total que el artículo no me va a salir. Cojo el coche y tiro para Santa Úrsula, al banco, porque para ir al banco hay que ir a Santa Úrsula, donde uno tiene sitio dónde aparcar y hay menos gente en la cola. Yo me encuentro gente conocida en los bancos de Santa Úrsula, hartos de no tener dónde estacionar en la plaza de la Candelaria o en la del Charco en el Puerto de la Cruz. Y optan, con la automatización bancaria, por ir a Santa Úrsula, que es un pueblo donde yo me inspiro mucho, ustedes saben por qué. Pero tampoco este es un pueblo aburrido, por lo que no me sirve para el artículo. Además, allí saludé a mi viejo amigo Domingo Negrín , gran periodista, al que no veía desde la noche de los tiempos.

3.- O sea que me vine a casa con el artículo más aburrido del mundo en el buche y creo que lo conseguí. He logrado no decir nada en este puto folio, descontando el saludo a mi amigo Domingo, que es sincero. Hay veces en que uno debe no decir nada en un artículo para que no se lo hagan repetir. A mí me molesta mucho repetir un puto artículo porque bastante cuesta hacer uno para tener que hacer dos. Pero, claro, esto también forma parte de la profesión, la repetición del artículo. El artículo no es otra cosa que una alegoría del pensamiento de quien lo escribe. Si la alegoría está contraindicada, pues qué se le va a hacer: escribir un artículo aburrido.

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El artículo más aburrido del mundo
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