martes. 23.04.2024

1.- El otro día oí que los inútiles que habían formado la mesa de evaluación del no resuelto oficialmente concurso de las emisoras de FM habían hecho mutis por el foro. Pero no sé. Sólo sé que la citada mesa -y sus sillas- han cambiado de presidenta, porque el niño Ríos se fue a Madrid, a ser reina por tres días en el Congreso, y dejó aquí a una señora que se llama Ángeles , funcionaria peninsular, que es la nueva presidenta de la cosa. También he escuchado que el Gobierno Autónomo teme dar carta de naturaleza a la decisión de la mesa, que todavía no conoce oficialmente, a la vista de la lluvia de protestas y de recursos presentados y por presentar. Me han dicho también que han puesto a un funcionario, curioso de las matemáticas, a evaluar los baremos aplicados por los miembros de la repetida comisión y a investigar si han estado todos los aspirantes medidos por el mismo rasero. Me han comentado que el hombre ha acabado neurótico perdido, ensayando extrañas muecas y haciendo caca a deshora. Entonces, ¿qué hacer? La desazón invade al Gobierno, que ha tirado de imaginación y negocia con lo que queda del Ejecutivo de Zapatero ampliar el número de frecuencias en Canarias. Pero ya Zapatero está en León, o casi, de donde nunca debió salir.

2.- Oh, cielos. Si el Gobierno Autónomo vuelve sobre sus pasos y anula la decisión de la mesa, los beneficiarios se le echarán encima. Los que consiguieron frecuencias van a decir eso de los cubanos: "¿Qué pasa aquí, caballeros?". Y no lo van a permitir. La preocupación debe ser notoria porque hace varios meses que la mesa emitió su bodrio y aún no lo ha elevado al Ejecutivo. ¿Qué pasa aquí, entonces? ¿Qué pasa aquí, caballeros? Ciertos juristas han emitido algunos informes para unos y para otros, para el Ejecutivo y para los que se vieron fuera de las concesiones. Existen muchas discrepancias entre ellos. Los Servicios Jurídicos del Gobierno tienen muy buenos expertos en temas administrativos. Soliciten dictámenes para que no metan más la pata. Y, sobre todo, no hipotequen más su credibilidad como gobernantes.

3.- El desaguisado es tremendo. Porque había tantas licencias disponibles que todos los peticionarios podrían haber entrado en el reparto. De hecho, ya existe un mercadeo de concesiones, bajo cuerda, aunque la norma lo prohíba expresamente. Este concurso pasará a la historia de la memez absoluta y del compadreo más que probable. Arréglenlo, hombre. Si hubiera buena voluntad las cosas se hubieran hecho de otra forma. Quizá ahora sea demasiado tarde. Quizá no.

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El desaguisado
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