viernes. 19.04.2024

1.- Fernando Ríos Rull podrá haber tenido errores en su gestión, que indudablemente los ha tenido, pero con su marcha de CC ha demostrado que también tiene vergüenza. Como buen hijo de su padre –Victoriano Ríos, un nacionalista de los de verdad y una persona respetable–, no tolera la deriva insularista de los nuevos popes del partido. Así que pone pies en polvorosa. Todavía no se sabe si Paulino Rivero le va a aceptar su renuncia como comisionado para el Autogobierno y las Reformas Institucionales del Gobierno de Canarias. La deriva insularista, ya denunciada en este mismo periódico por Juan-Manuel García Ramos, presidente del PNC, es un hecho. Clavijo sabe que no tiene capacidad para gobernar las siete islas. Y quiere que los demás líderes insularistas le alivien el trabajo. Qué decir de Carlos Alonso, que todavía piensa como un honorable miembro del Partido Popular. Con estos bueyes tiene que arar CC.

2.- Y va a arar con los surcos torcidos. Paulino Rivero, el hombre al que le ha costa muchos años cohesionar un partido nacional canario, es en estos momentos insustituible, pero ellos sabrán. Dejando atrás a Rivero, CC se deja atrás a sí misma. Y con Rivero se acaba el proyecto nacional para regresar a los tambaleantes orígenes. El que no se quiera dar cuenta de lo que digo es que es un idiota.

3.- Lo de Ríos Rull puede ser el principio de un goteo, desde que muchos miembros de CC se den cuenta de que no vale la pena apegarse a un carguito por unos meses cuando el gran proyecto nacionalista se va a la mierda. Y lo llevan a esa meta pantanosa gentes como Clavijo, Carlos Alonso y miembros de la vieja guardia de ATI que no ven más allá de sus propias narices. Ellos sabrán, pero el final parece inevitable.

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El goteo
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