La falta de un cierre de abrigo en el puerto de Arrecife ha puesto de manifiesto una vez más este sábado la inoperatividad de unas instalaciones donde los grandes barcos no pueden atracar a poco que la mar esté un poco picada. Y eso es lo que pasaba en esta jornada, que el viento reinante, con rachas que apenas llegaban a los 50 kilómetros por hora, y el mal estado de la mar ha desaconsejado a las navieras emprender la difícil maniobra que supone atracar en unas instalaciones que no están preparadas para este tipo de inclemencias.
Las caras de todos los afectados este sábado por la mañana era un auténtico poema: taxistas, chóferes de las guaguas, guías y empresarios que esperaban como agua de mayo la llegada de los grandes buques de cruceros que iban a hacer escala en la capital de la Isla. Entre ellos, el Queen Elizabeth, que por segunda vez en muy poco tiempo pasaba de largo y dejaba atrás el destino favorito para hacer excursiones en esta parte del Atlántico.
Porque lo que tienen claro una vez más todos los afectados, según explicaron a este diario, es que en cualquier otro puerto con unas instalaciones "normales" los cruceros habrían atracado sin problema, simplemente con un verdadero cierre de abrigo. No ha sido así, y el negocio ha pasado una vez más de largo y terminará en otras islas, como Gran Canaria o Tenerife, donde se ha invertido una enorme cantidad de dinero en las últimas décadas para impedir cosas como las que suceden en la capital lanzaroteña.
De hecho, la obra que se hizo para tener un muelle de cruceros se realizó mal y es absolutamente insuficiente, y la ampliación del actual muelle comercial que se está emprendiendo en estos momentos sólo va a suponer una ampliación del espigón actual en la mitad de su superficie total, lo que en ningún caso servirá para impedir que en el futuro ocurran cosas como la que ha sucedido este sábado.
