jueves. 28.03.2024

Por Andrés Chaves

1.- Vaya por delante una cosa: me parece muy bien que las normas del tranvía establezcan multas de 40 euros a quienes no paguen el billete y de 400 si no abonan la anterior cantidad en el transcurso de cinco días hábiles. Me parece una medida perfecta. Llamo la atención también sobre la firme decisión de Metropolitano de que las sanciones se cumplan para que los niñatos que todo lo desafían, que se pasan por el forro las normas, sepan lo que vale un peine. Y espero que los padres, en ocasiones tan despistados en el cuidado de sus hijos, reiteren a estos que es preciso cumplir las reglas para que la sociedad funcione. Quien quiera viajar en el tranvía, que pague. Apoyo la labor de los revisores, que desempeñan una tarea muy ingrata, cual es vigilar que todo el mundo tique y pague. Y me consta el esfuerzo de los responsables de Metropolitano para que quienes viajen en el tranvía lo hagan cómodamente y sin molestar a los demás. Según los datos publicados, son muy pocos los pasajeros que se atreven a jugársela, a viajar sin billete. Pero todavía hay caraduras que lo intentan y que, de ser trincados, se enfrentan a una multa de 40 euros o de 400 si no atienden la primera. Son sanciones muy duras, pero también muy necesarias. El tranvía es un medio de transporte seguro, cómodo y barato. Entre todos debemos cuidarlo y agradecer que funcione con esa puntualidad, con limpieza y con regularidad. No lo matemos, incumpliendo las normas. Que los padres lo sepan y los niños también.

2.- La noticia más triste de la semana ha sido la muerte de mi amigo el periodista Agustín Acosta Cruz . Lo he definido como periodista de raza y es verdad. Murió en su apartamento del Puerto del Carmen, de un ataque al corazón. Era un enamorado de su isla de Lanzarote. Con César Manrique vivimos momentos muy buenos recorriendo la isla y haciendo proyectos de una publicación, Habla Lanzarote, que nunca salió a la luz. Agustín fue un luchador indomable. Valiente, capaz, parecía un hombre duro pero tenía un corazón enorme. Le falló, lamentablemente. Escribí una nota necrológica que publicó el martes pasado este periódico y el suyo, Crónicas de Lanzarote. Fundó periódicos, emisoras de radio y de televisión. Cuando lo zancadillearon, hace unos años, personas muy allegadas a él, levantó la cabeza y volvió a crear su pequeño imperio. Había pasado épocas difíciles, pero las superaba a base de esfuerzo y de trabajo personal. Formó un equipo fantástico de profesionales que sacaban cada día una excelente información. Con él desaparece un miembro destacado de una generación de grandes periodistas, de creadores de la información periférica de Canarias. Tenía 72 años. Había encontrado sus dos refugios en un viejo apartamento del Puerto del Carmen y en su finca de Haría, su localidad natal. Murió tan solo como había vivido los últimos años de su vida; con el pijama puesto y un teléfono móvil en las manos. Había sido presidente del Cabildo de Lanzarote en los inicios del turismo. Era un periodista nato con vocación política. Trabajó por su isla hasta lo indecible, la llevaba en el alma. La noticia de su muerte me dejó helado. Yo quería mucho a mi amigo Agustín. Ahora podrá descansar en paz.

3.- Vaya coñazo. Mis cuatro perras han pescado una bronquitis. Se la han contagiado unas a otras. Consultas veterinarias, antibióticos y jaquecas. Empezó "Olivia" , la westin. "Olivia" se la contagió a "Mentecata" , la bull dog inglesa; "Mentecata" se la pasó a "Linda" , la pastora alemana; y "Linda" se la transmitió a "Lolita" , la scotish terrier. Idas y venidas a los veterinarios. Menos mal que mejoran. La culpa, dice el médico de los perros, la tiene el clima frío que nos ha azotado en los últimos tiempos y más en La Orotava. Los perros no quieren meterse en sus casetas, aunque tampoco duermen al raso. Es curioso, cuando están enfermos te miran con los mismos ojos de un niño pequeño que mira a su madre en demanda de ayuda. Nunca habían enfermado los cuatro al mismo tiempo; fue una locura pero están mejor, gracias a los medicamentos. El último susto me lo había dado "Mentecata", hace meses: se tiró a la piscina y, con el peso (27 kilos), no podía nadar, ni salir. La rescató del fondo, in extremis, mi sobrino Sergio y la reanimó. Estuvo una semana echando agua, con antibióticos y expectorantes. Tuve que cubrir la pileta. Son como niños. Pero son también entrañables.

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El revisor
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