jueves. 28.03.2024

1.- Este oficio es perverso, al menos para los que trabajamos mucho. Siempre admiré a los escritores de café, César (González-Ruano ), entre ellos. O Mariano Daranas . Daranas se sentaba en los cafés de París a ver la guerra y a dar la crónica para ABC. A veces se olvidaba de almorzar. César escribía con plumín y tintero, en una mesa del "Gijón" y en otra del "Teide"; y mandaba el artículo, el puto artículo, al periódico, con un botones. A mí ya me cogió la Internet, que es una gozada. Y el fax, que fue una revolución. Y los ordenadores, que mandaron al asilo la Olivetti, fiel compañera y amiga. Me hubiera gustado guardar la que usé en "La Tarde", desde el 70 hasta el 76. Admiro a los poetas de café, a los que hacen versos calientes sobre mesas frías, de mármol. Es en ese contraste de temperaturas donde nacen los mejores versos. No sé si Arturo Maccanti escribe de noche, con la molesta música de las campanas de la Concepción tañéndole en las orejas. A mí me gusta más hacer un artículo de evocación, como éste, que un coñazo político de análisis y eso.

2.- Con Daranas hablé mucho. Don Mariano fue un maestro para mí. Me contaba muchas cosas de París. Hablábamos en la terraza del "Miramar", el hotel de Isidoro Luz , él con un whisky delante; yo no me atrevía. Mi padre era director de aquel hotel, así que yo tenía acceso a todo y a todos. Había otro periodista asiduo del albergue, Ataúlfo García Asenjo , que conocía a todo el mundo en Madrid y mandó a publicar una entrevista mía con Tito del Pino , el mejor jugador tinerfeño de aquellos tiempos, en el diario "As". Me dieron la contraportada, me parece. Yo era un niño. Como Tito no decía nada, me la inventé.

3.- También estuvo César en el "Miramar". Yo incluí en uno de mis libros una foto de Baeza en la que aparecen César, Isidoro Luz, con collarín, y don Luis Álvarez Cruz , un entrañable calentón y un periodista enorme. De don Luis aprendí el arte de la entrevista. Me las leía todas. Lo mismo se atrevía con un premio Nobel que con un jefe de Estado. Era muy bueno. Y el otro día alguien minimizó a Álvaro Martín Díaz , Almadi, y su hijo, Enrique Martín Braun , reivindicó la trayectoria del que fue gran periodista y eximio orador. Lo admiré muchísimo. Me dejaba con la boca abierta con un micrófono en la mano y leía todos sus lirismos, uno detrás de otro, en los periódicos locales -porque colaboró en EL DÍA y en "La Tarde"-. La gente debería tener más respeto por los grandes y Almadi fue uno de los grandes de nuestra profesión. Yo era un pibe pero seguía de cerca a toda esa gente que tanto me enseñó. Me pegaba a ellos como una lapa, asistía a todas sus charlas, leía todo lo que publicaban. Disfrutaba. Y ya está el artículo. Se acabó.

[email protected]

Escribo tanto
Comentarios