jueves. 28.03.2024

Por Juan Carlos Rey

Hay cosas que se olvidan y que no se deberían olvidar. Ahora las recordamos a cuenta de la comparecencia del hermanísimo Luis Soria. Gigantes contra molinos es un sencillo juego de palabras que me sirve para ilustrar dos cosas: por un lado, la interesada y especulativa intención surgida hace creo que dos años “por casualidad” a través de la Autoridad Portuaria de Las Palmas en forma de globo sonda -especialidad por cierto de José Manuel Soria y los suyos- de crear molinos de viento en el puerto de Arrecife tan gigantes como los que se querían colocar también en la capital grancanaria, donde parece, para desgracia de sus ciudadanos, que todo vale; también me sirve, recordando el libro más universal de la lengua española, El Quijote, para expresar la sensación que produce la desigual lucha de aquellos que se oponen a las prospecciones petrolíferas que la empresa Repsol YPF está realizando frente a las costas de Lanzarote y Fuerteventura, y que se supone que ahora están más muertas que la mojama.

Gigantes contra molinos porque en la batalla de ahora no se va a dar ningún juego a los quijotes de turno, que no son más que esos pocos ciudadanos, esos pocos partidos políticos y esas muchas asociaciones ecologistas que no quieren ver en el futuro como se instalan plataformas petrolíferas en un lugar donde se puede producir mucho más daño que beneficio. Los gigantes son los intereses económicos, y los molinos los que velan por ellos.

La papa caliente se encuentra ahora entre las manos de los representantes del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Juan Fernando López Aguilar ya les ha advertido de que se trata de un tema peliagudo que comenzó con un rechazo tímido por parte del Cabildo de Lanzarote y que ha ido creciendo en intensidad. Los socialistas, y en eso tienen razón, esgrimen como argumento para justificar lo difícil de la solución que se demanda que no fueron ellos sino los representantes del Partido Popular (PP) los que concedieron los permisos a la compañía hispano-argentina. En eso se van a agarrar hasta el final para que todo quede como está, Repsol inicie las perforaciones para extraer los hidrocarburos que con tanto ahínco busca -posiblemente haya más gas en esa zona que petróleo- y se instalen las odiadas plataformas, eso sí, a una distancia suficiente para que los turistas que se tumben en la cálida arena de las playas de Lanzarote y Fuerteventura no tengan que verlas.

Son muchos los intereses económicos que están en juego, y muy poca la voluntad de Madrid de dar la vuelta a una tortilla hecha con muchos huevos -con perdón de la expresión si alguien la malinterpreta- y con mucho capital. ¿O es que alguien piensa que Repsol invirtió inicialmente y que se sepa 30 millones de euros para nada?

No hay que ser adivino por tanto para darse cuenta de que los socialistas no van a parar nada, van a dejar que el proyecto siga adelante. Lo único bueno que saldrá de todo esto es que en Cádiz van a tener más puestos de trabajo, se va a conseguir que se debata seriamente con Marruecos el tema de la mediana y la titularidad de las aguas interiores del Archipiélago y se va a compartir por una vez y sin que sirva de precedente los beneficios de una zona marina que hasta la fecha parecía pertenecer en exclusiva al reino de Mohamed VI.

Muchos no nos creemos la supuesta paralización del proyecto, muchos seguimos pensando que aquí hay cosas raras que no nos quieren contar, teniendo en cuenta además como se sabe que en medio mundo hay una crisis provocada por la falta de petróleo.

Gigantes contra molinos
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