martes. 16.04.2024

Por Miguel Ángel de León

Uno o varios desalmados o desaprensivos, como se decía antes en las crónicas de sucesos, le han pegado fuego a una parte de casa de Juan Ramírez. No voy a frivolizar al respecto porque la fea acción es repudiable desde cualquier punto de vista, independientemente de que se trate de una simple gamberrada o de que detrás de la misma existan intenciones políticas. La maldad no tiene connotaciones... o sí, pero da lo mismo en este caso de la casa chamuscada.

Lo que sí es curioso y llamativo, y hasta parece demasiada casualidad, es que el suceso coincida en el tiempo con la enésima reaparición mediática (en este mismo periódico, para no ir más lejos) del ex alcalde de Haría. Y por ahí, por el lado estrictamente político, es por donde sí le puede entrar uno a cualquier actor público, nunca mejor dicho lo de actor en hablando de don Juan.

Hasta donde yo recuerdo, la penúltima vuelta de chaqueta de Juan Ramírez Montero, el autonombrado adalid de la "regeneración política" (este hombre va derechito hacia el Club de la Comedia, para mi gusto), lo había llevado a las filas del Partido Popular. Total, que de tamaña guisa ya ha dado la vuelta completa a su muy revuelta chaqueta o calcetín ideológico, aunque nombrar la ideología en el caso de J.R. es como citar la soga en la casa del ahorcado, a fe mía. Con su entrada momentánea en el PP de la mano de Alejandro Díaz (hoy también con pie y medio fuera de la secta de José Manuel Soria), el ex alcalde y ex senador que salió rico de un Ayuntamiento pobre al que dejó aún más endeudado, desinflaba un ratito su partido/comodín, Asamblea Cojonera (Conejera, quise decir), cuyas siglas compró en el baratillo después de haber sido expulsado, como agua sucia, de Coalición Canaria. A CC, por cierto, había llegado después de caerse del burro socialista. El leñazo de la estrepitosa caída le hizo ver la verdadera luz, que no era la del socialismo sino la del nacionalinsularismo, hasta nuevo aviso o cambio del viento. Y entonces, para hacerse perdonar su pesado pasado en el PSOE, empezó a lanzar improperios contra los partidos centralistas (estatales lo llaman los necionalistas), con más fuerza y rabia que nadie, por aquello de la fe del nuevo converso.

Cuando las acusaciones sobre presuntas corrupciones se multiplicaron sobre JR, CC lo puso de patitas en la calle, por aquella razón de peso de que a la fuerza ahorcan, como es triste fama. Y entonces se sacó de la manga la nombrada Asamblea Conejera, que tiene de asamblearia lo mismito que yo de astronauta.

Pero ni de él ni de su engendro político quiso saber nada el electorado, ni siquiera el norteño. Total, que ingresó un ratito en el PP, mientras negociaba meses después con el PNL, se veía de tarde en tarde con el PIL... y ahora, de momento o hasta nuevo aviso o cambio de la veleta y dando una nueva muestra de su acendrada e indesmayable coherencia política, se reúne mucho consigo mismo (lo cual no es nada raro, pues tiene esa rara y modesta habilidad de hablar todo el rato de sí mismo en tercera persona. Así es que, aunque se reúna consigo mismo, a la reunión siempre va más de una persona. A saber: él y “don Juan Ramírez”, que es como se llama a sí mismo el ex alcalde, ex senador, ex socialista, ex nacionalista, ex pepón, ex...tenuante, vive Dios). ([email protected]).

J.R. busca casa
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