sábado. 20.04.2024

Por Andrés Chaves

1.- Lo llamaron ciclogénesis explosiva, que son dos palabras sinsentido. Los meteorólogos han pasado de pronosticar nubes altas, medias y bajas, como hacía el entrañable e inolvidable don Enrique Cañadas , un sabio, a la ciclogénesis explosiva, que es, repito, un sin sentido. La isla se tiñó de viento y el viento se lo llevó todo, como se lo llevaba antes. Con el viento llegaba antañazo la langosta, que viajaba desde el África en bolas voladoras. Zapatero , copiando a alguien, había dicho hace meses que la Tierra era del viento, así que no lo creí, porque yo no le creo nada a este sujeto. Pero, por una vez, la Tierra fue del viento, que se metió en mi biblioteca portuense y partió dos baldas de una estantería y provocó una lluvia de libros y también que volaran dos de mis perros, que aterrizaron, sin daños, en Guamasa. Ellos, "Olivia" y "Lola", entendieron perfectamente a Zapatero, cuando iban por el aire: la tierra era del viento el pasado viernes, ya de noche, cuando Tenerife se tiñó de ventarrón, como ya he explicado.

2.- Tras el temporal, la calma. Una calma fantástica y fría, con un coro de llovizna muy fina, como para suavizar el sufrimiento. En veintipocos días, cuatro alertas graves por fenómenos adversos. La ciclogénesis explosiva es una pollabobada, pero ahí la tuvimos, desparramando chifletes y haciendo corrientes en las esquinas y cargándose los árboles y cimbreando las palmeras hasta hacerlas tocar el suelo, perturbando las grúas y asustando a las viejas y a los jóvenes. No se veía un alma en calles y carreteras y yo aterricé en Los Rodeos, a ritmo de samba, que como ya les dije ayer venía de Barcelona, apretando el trasero por si me cogía de lleno el festín ventisco. Incluso comenté con Amaya Martorell , una guapa/vieja amiga, jefa de cabina de Air Europa, las buenas manos de su joven comandante para posar el "737" en el agitado suelo de la pista 1-2.

3.- Se ha hecho, pues, la calma en este Tenerife agitado por los vientos airados que vienen del Atlántico y que despachamos para el Norte de España. Hemos sufrido terremotos, lluvias torrenciales y ventiscas de 200 kilómetros por hora en el pasado febrero, así que no se puede pedir más movimiento en esta tierra subtropical, otrora climatológicamente benigna. Así que nos hemos salvado, una vez más, mientras en las islas recogen las ramas y enderezan las señales de tráfico. Ha sido duro y debemos prepararnos para el futuro porque, como dijo ZP, copiando a alguien, la Tierra es del viento. Y nos toca.

[email protected]

La calma
Comentarios