jueves. 18.04.2024

Por Carlos Meca

Carlos Moyá nos promete reducir la grasa del abdomen en 10 noches con una crema milagrosa y Pedro San Ginés nos asegura que han sido un éxito la privatización de Inalsa, la gestión de los centros turísticos, la gestión de residuos y las partidas presupuestarias consignadas a Lanzarote por el gobierno regional. Ya saben aquella famosa frase de Groucho Marx: ¿a quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?

El artículo con que el presidente decidió martirizarnos la semana pasada (Lanzarote avanza) es una nueva exhibición de perversión del lenguaje solo comparable con joyas de la hemeroteca insular que convirtieron a delincuentes en presos políticos y que crearon nuevas figuras penales como el cohecho nimio. Ni una mención a la imputación de su compañero de partido y portavoz sin voz en el Cabildo, Sergio Machín, precisamente por el presunto cobro de comisiones en la gestión de residuos. Ni una mención al maltrato que sufre la isla por parte del gobierno regional, con una inversión de 260 euros por habitante, mientras cada habitante de Fuerteventura recibe 337 euros, o 330 en La Palma. San Ginés gobierna con unas gafas de realidad virtual hechas a la medida de Coalición Canaria y pretende que todos la usemos.

En el caso de la privatización de la empresa pública de aguas, hablar de éxito es un ejemplo de hasta dónde puede retorcerse el lenguaje para tratar de hacer ver blanco lo negro. Tras décadas de gestión ruinosa (por no decir delictiva) por parte de los responsables de Inalsa, San Ginés intenta que veamos como algo positivo el hecho de que haya acordado que, a partir de 2016 (antes no, que tendría un coste electoral asegurado), la subida del precio del agua será una constante cada año hasta que seamos los lanzaroteños quienes, euro a euro, devolvamos a Canal Gestión los 50 millones de euros que los gestores políticos de Inalsa despilfarraron. Consuman la estafa, la ocultan, perpetran la privatización y encima pretende que los ciudadanos que tendrán que pagar este esperpento aplaudan la decisión. Ni Dimas en sus mejores tiempos.

Por lo menos, el presidente dice ser “consciente de que aún mantenemos insoportables índices de desempleo y hay demasiada gente en situación de extrema precariedad”. Lo dice, pero no se le debe hacer tan insoportable esa realidad cuando el presupuesto del Cabildo sigue ignorándola sistemáticamente.

Lo peor no es que se hayan perdido otros cuatro años, ni que ahora traten de vender logros donde solo hay chapuzas. Lo más terrible es que en ningún rincón del discurso del presidente encontraremos una sola palabra reconociendo que, ante las nueve mil familias que necesitan ayuda urgente en Lanzarote, hay que actuar con la misma diligencia con la que San Ginés actúa para resolver los problemas de los de arriba, por ejemplo, los de un importante empresario con una bodega en apuros. Lanzarote avanza, pero por desgracia de momento solo avanza en la dirección que señalan los señores del dinero.

¿Lanzarote avanza?
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