jueves. 28.03.2024

J. Lavín

En alguna parte leí hace tiempo que la Contabilidad es una ciencia exacta... refleja exactamente lo que uno quiera. Otro tanto suele ocurrir con pertinacia agobiante al día siguiente de cualquier comicio o referéndum que tenga lugar por estos lares. Cada cual procura arrimar la brasa a la sardina de sus particulares preferencia o pretensiones, no importando que para ello se conculquen las mas elementales normas del sentido común o incluso de la aritmética, disciplina esta que, por otra parte, se presta bien poco a manipulaciones, incluidas las oportunistas de nuestra fauna política. Dos y dos son cuatro, aquí y en Pekín.

Sin entrar en análisis disquisitivos de los resultados, ni forzar las neuronas en demasía, que la cosa tampoco es que lo merezca, está claro que hablar de porcentajes sin hacer referencia a cantidades en las que basar el cálculo, resulta de una ambigüedad supina. Hablar de un 73.90% de esto o de lo otro, sin mas puntualizaciones, no indica nada, ya que no es lo mismo cuantitativamente el 73,90% de cinco millones que de su mitad. Y ahí es donde radica la trampa saducea de algunas lecturas hechas de la votación sobre el estatuto. En realidad, los votos afirmativos constituyeron poco más del 36% del total del censo, lo cual dista de ser una victoria aplastante , como quieren hacernos ver.

El elevado grado de abstención demuestra bien a las claras que el tan cacareado “clamor social” en demanda del estatut, que tantas veces esgrimieran Zapatero y Maragall, no ha pasado de ser una entelequia, un desiderátum que no se ha traducido en realidad gozosa. Antes al contrario; por eso es de suponer que la cosa traiga cola. Habrá que permanecer atentos al desarrollo de los acontecimientos. De momento, el tripartito ya solo es bipartito... y acabará siendo solo CiU. También hay un cadáver político en la cuneta y otro en perspectiva, de momento. Ya veremos lo que nos depara el, un tanto incierto, futuro de la política nacional.

Las cuentas, claras; y el estatut, espeso
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