sábado. 20.04.2024

Los arquitectos de la Isla se sienten oprimidos por las limitaciones estéticas que marca la normativa en materia de construcción. ¿Sabían que antiguamente las carpintería de las casas conejeras se teñía con colores tan inusuales en la actualidad como el rojo, malva o rosado? Utilizaban los restos de la pintura de los barcos, así como la cochinilla. Sin embargo, hoy en día las ordenanzas municipales restringen la utilización de colores al blanco y verde. Lo mismo ocurre con los acabados de las fachadas. “Es lo más duro de llevar dentro de la profesión”, admite Ramón Cabrera, presidente del Colegio de Arquitectos de Lanzarote. Explica que ahora mismo muchas ordenanzas de Lanzarote no permiten otro acabado que no sea el enfoscado pintado de blanco. “En algunos casos permiten algo de color, pero prácticamente no puedes salirte del enfoscado y acabado en piedra”. Por ejemplo, apunta, se podrían usar paneles de madera laminados en el exterior de las fachadas, así como cerámica, paneles de aluminio u otros metales, resina, etcétera.

¿Bloques de hormigón o ladrillo?

Cabrera admite que la utilización de bloques de hormigón en la construcción tiene sus ventajas e inconvenientes con respecto al ladrillo, que se usa generalmente en la península. “Está la cuestión energética, y es que para fabricar un ladrillo se necesita una cantidad de energía importante, mientras que eso no ocurre con el bloque de hormigón. Así que cumple con la idea de la sostenibilidad y de contribuir a no malgastar energía”, explica. Por otro lado, reconoce que es un material que aísla peor. Sin embargo, explica que ahora la nueva normativa del código técnico “ha subido las exigencias en cuanto al aislamiento”. Independientemente de que se trabajara con ladrillo o con bloque, señala, a partir de ahora hay que usar aislamiento de doble hoja en las fachadas. “Hasta ahora se podían hacer las fachadas con el bloque únicamente, pero al darse cuenta de que es insuficiente han subido los niveles de exigencia, tanto en el aislamiento de la fachada, como en la cubierta”, indica.

Homogeneización arquitectónica

Las limitaciones estéticas afectan tanto las viviendas como a cualquier otro tipo de edificio para otros usos: los auditorios, teatros, museos, etcétera. No obstante, Cabrera cree que la arquitectura hay que entenderla en el más amplio sentido de la palabra. “Es tan noble un edificio de pisos como un auditorio. Los dos pueden expresar el tiempo en el que estamos, el momento social y cultural en el que vivimos”. Se queja de que en Lanzarote “se tiende a una homogeneización total y las cosas no destacan ni por muy buenas ni por muy malas. ¿Eso es positivo? Yo creo que no, creo que deberíamos ser un poquito más arriesgados e intentar subir el nivel de las cosas que se van haciendo en Lanzarote”, señala.

Recuerda que aquí tenemos un edificio que fue premio de arquitectura a nivel regional, considerado el mejor del año en el que se construyó, a principios de los 90: es el Centro de Visitantes del Parque Nacional del Timanfaya. Cabrera lo describe como un edificio moderno, que “responde bastante a la estética de Lanzarote, pero que tiene materiales en el acabado exterior como el hormigón visto o el acero. Además, la carpintería no está pintada de verde o marrón, sino de negro, y no desentona para nada con el resto de la arquitectura de Lanzarote”.

La innovación no está reñida con el respeto a la tradición

Ramón Cabrera cree que en Lanzarote puede hacerse una arquitectura que emplee elementos de producción “realmente contemporáneos y vanguardistas”. La arquitectura tradicional de la Isla está marcada por las piezas muy sencillas, dice. “Jugando con esas formas, teniendo en cuenta la climatología de Lanzarote e incorporando esos nuevos materiales podríamos tener resultados realmente modernos y que mejorasen la calidad en general de la arquitectura en la Isla”, afirma.

Arquitectos en Lanzarote

El presidente del Colegio de Arquitectos asegura que el volumen de trabajo “está experimentando un retroceso después del boom de la construcción” que ha habido en los últimos años, y que “ahora se está sosegando”.

Adelanta que el número de arquitectos colegiados en Lanzarote se ha doblado en menos de diez años. Ahora mismo hay colegiados 70 y la media de edad es relativamente joven, alrededor de los 35 y 40 años. Es un fenómeno, dice, que se está produciendo en toda Canarias.

El peso de César Manrique

Cabrera opina que “lo que consiguió César Manrique en Lanzarote fue muy importante, pero creo que en parte se le malinterpretó, y esto tiene que ver con la homogenización de la que hablaba antes”. Según su punto de vista, “puede verse el lado positivo de esos tipos que creó Manrique para que en Lanzarote se siguiese una línea general y no se construyesen cosas fuera de tono, en el sentido negativo”. Pero esto llevado al extremo, explica, ha desembocado en que no haya “construcciones de calidad que sobresalgan de la media”.

En este sentido, asegura que se han perdido algunos elementos de la arquitectura tradicional de la Isla. Pone como ejemplo que en Lanzarote se ha aceptado que las cubiertas tienen que ser de dos o tres aguas, cuando en realidad estos tejados se utilizaban en muy contadas ocasiones. La carpintería, que actualmente solo se admite pintada de blanco o verde, antiguamente también estaba teñida con colores tierra derivados de la cochinilla, rosados, malvas y otras tonalidades del azul. Era habitual, dice, usar los restos de la pintura de los barcos, es decir, verdes, rojos o azules. “Se abanderó tan sólo una de las líneas de la arquitectura tradicional de Lanzarote y se vendió como la única, pero ésta es mucho más amplia y variada”, insiste.

Una normativa demasiado restrictiva

En el mes de junio el Ayuntamiento de Arrecife aprobó una ordenanza estética y los arquitectos presentaron una serie de alegaciones porque les pareció una acción muy “precipitada”, y que marcaba “pautas acerca de cómo componer las fachadas y con qué materiales podía revestirse la misma”. La posición del Colegio de Arquitectos es que la normativa no puede ser tan restrictiva ni debe dar criterios sobre cómo componer una fachada. Es algo que, en su opinión, va en contra de la variedad y la calidad de la arquitectura en Lanzarote.

Cabrera quiso dejar claro que su posición no es la de acabar con el patrimonio histórico y recuerda que la riqueza de una ciudad está en la superposición de diferentes estilos arquitectónicos. “Pueden convivir perfectamente edificios modernos junto a construcciones del siglo XVIII”, asegura.

La voz de los ciudadanos

El portavoz de los arquitectos dice que necesitan “demanda por parte de la sociedad” para que las promotoras se impliquen un poco más, también “a la hora de exigirnos a nosotros”. Los compradores de una casa deben buscar y exigir calidad, afirma. Y los responsables de la construcción deben hacer un poco de “autocrítica y no dejarse llevar únicamente por criterios de rentabilidad económica porque la calidad, no hay que olvidarlo, es un valor añadido que también incrementa el precio final del edificio”. “Es la diferencia entre un edificio que no exprese nada y un edificio que pueda ser emblemático dentro de Arrecife”, añade.

“Las ordenanzas estéticas en Lanzarote son muy restrictivas”
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