jueves. 25.04.2024

1.- Ahora resulta que Alfredo Pérez Rubalcaba, Fredy el Químico, Alfredo para los amigos, sucesor de Zapatero por la gracia de Zapatero, se llama P. Como Penélope Cruz, a quien sus amigos, y el propio y desnarigado Berlanga , llaman en la intimidad Pe . Así ha sido presentado por Za , en la convención socialista de Madrid. Media vida me la pasé averiguando por qué mi distinguido amigo Melchor P. Alonso se ponía la "pepunto" entre su nombre y su apellido. Melchor, a quien me encontré hace poco, fue muchos años presidente del CIT de Santa Cruz. Hasta que un día no pude más y le pregunté: "Por Pablo" , me dijo, "yo me llamo Melchor Pablo ". Coño, me quedé tranquilo. Ahora, los sociatas llaman a Alfredo, Alfredo P., pero de Pérez, lo cual me parece una gilipollada, pero allá ellos. Yo creo que con diminutivos no se ganan elecciones, ni tampoco con las gracias de Ani Oramas , obnubilada por los oropeles de la Corte. Si Ani trabajara en la serie "Águila Roja" sería la Marquesa de Santillana , sólo que un poquito más escurrida. Lo digo por su afición a la Corte, ya no a la de Felipe IV , sino a la de Za y P., diminutivos que, pronunciados así, darían la maravillosa expresión: ¡Zape! , utilizada no sólo para ahuyentar a los mininos sino para citar al hermano gemelo de Zipi , hijos ambos de don Pantuflo . Y es que este país, desocupados y amables lectores de los domingos, se ha convertido en un colorín y media España ya pasa más hambre que Carpanta, si seguimos en clave de tebeo. Se han estrujado sus cerebros los creativos sociatas para aligerar los apellidos de Pérez Rubalcaba y dejarlo todo en P., como antes hicieran con ZP. Que lo mismo que Zapatero podría significar zapatiesta. Hay zapateros en España que han cambiado su cartel publicitario para no tener nada que ver con el líder carismático y han vuelto a la vieja y entrañable denominación de remendones, que sonará peor pero les parece de mejor fario.

2.- Y paso a otra cosa, para hacer más ligero el domingo. Se ha suspendido el primer pleno de Santa Cruz de la nueva legislatura. ¿La causa?: desorganización rampante. El PP no ha tenido acceso a la documentación de los temas que iban a ser tratados. Y Cristina Tavío dijo que de celebrar el pleno, nada. Ya he comentado (¿o no lo había dicho y sólo lo he leído?) que hay dos ayuntamientos, el de Bermúdez y el de Julio Pérez . Bermúdez llamó a Cristina Tavío para pedirle buen rollito. Cristina, que por número de votos tenía que haber sido la alcaldesa, le contestó que buen rollito, sí, pero tomadura de pelo, no. Y le preguntó por qué había nombrado a Luis Cola , motu proprio, cronista oficial de Santa Cruz. Eso se consulta con la oposición, Bermúdez. Le dijo además: "Mira Bermúdez, si tú hubieras sacado el Plan General del pacto con el PSOE, nosotros te lo habríamos apoyado". ¿Qué pasará ahora? Pues que si no se aprueba definitivamente en tres meses, adiós plan y otros diez años de tramitación. Y la ciudad parada. Pero parada del todo. Salgan un día a las diez de la noche y dense una vuelta, en pleno verano, por la avenida de Anaga o por la Rambla. Ni un alma. Y el PSOE está por la labor de cargarse el plan; por eso ha colocado en Urbanismo al antiplán, a José Ángel Martín , que de ángel tiene poco. Primer pleno suspendido, vaya imagen para la nueva alianza CC-PSOE. Julio Pérez es Maquiavelo y Bermúdez el Rey León, un ingenuo que quería, a toda costa, sentarse en el trono. Los tronos no sirven para nada si no se puede gobernar desde ellos. A mí la erótica del poder nunca me ha hecho tilín. Casi todo y casi todos me parecen unos falsos de campanillas, pero me aguanto. Debo reconocer que tengo amigos en la política a los que quiero y respeto, pero es que hay cada personaje metida en ella que no es de recibo, como dicen los godos. Lo de Santa Cruz pinta muy mal. Nunca funciona la bicefalia. ¿Recuerdan los intentos de Guigou? ¿Y los de Ángel Llanos? ¿Recuerdan aquel Gobierno de Canarias bicéfalo de Román Rodríguez y Adán Martín , uno corriendo detrás del otro a ver quién llegaba primero a los actos? También hay bicefalia entre Za y P., pero ésa ya me importa menos. La bicefalia es mala en política, un monstruo con dos cabezas. No me gusta nada.

3.- En un par de meses tendremos Consejo Audiovisual. Será el organismo encargado de velar por que se cumpla lo establecido en cuanto al funcionamiento de las emisoras de radio y televisión en Canarias. El Gobierno pretende que no tengan que apagar las actuales alegales hasta que se resuelva todo lo que está por resolver -o sea, todo- del concurso inconcluso, torpe y absurdo; y del nuevo, que se va a convocar en un tiempo más o menos breve. Vamos a ver: será muy difícil que los agraciados con el reparto arbitrario de emisoras cumplan con las normas; sobre todo, los que han sido distinguidos con muchas concesiones por la torpe mesa de evaluación (decisión no refrendada aún por el Gobierno autónomo). El Consejo tiene que ser inflexible. Las vacantes, que al parecer van a ser muchas, serán redistribuidas entre los no afortunados. Y quienes deseen concurrir de nuevo dispondrán de unas 60 licencias más. Se va a constituir una comisión Gobierno de Canarias-Estado, en la que habrá que pedir al Cielo que no esté presente ninguno de los ignorantes que componían la mesa de evaluación que montó el pollo y propició el follón. Con lo fácil que hubiera sido ser justos, equitativos y cabales se ha formado un lío de muy difícil salida para el Gobierno. Los recursos van a llover y la torpeza de los miembros de la mesa ha ennegrecido la vida política en Canarias. Es difícil hacer entender a estos petardos que un concurso de emisoras de radio no es una panadería, ni una casa de lenocinio con tarifa fija, sino algo que tiene que ver con el servicio público, la trayectoria, la historia. No es sólo rellenar un folio y ponerlo bonito y ofrecer cosas que no se van a cumplir. A estos chicos y chicas de la mesa les hace falta un cursillo de lo que es un medio de comunicación. Yo no hablo mucho, pero siempre digo lo que pienso. Podía decir más, pero me voy a contener porque es domingo y tengo que ir a misa.

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Llámame P.
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