viernes. 19.04.2024
Después de matar a Yuliza, Antonio F.R. comenzó una relación telefónica con una mujer dominicana con los mismos rasgos que la madre de la chica muerta, que tenía una hija de 19 años con las mismas características que la fallecida y con quien mantenía conversaciones de índole sexual

Los expertos destacan la relación "asfixiante" y la “obsesión” del padrastro de Yuliza por las "jóvenes dominicanas esbeltas"

Jacquelín M., de 18 años, convivió con el acusado, su pareja y Yuliza en el mismo domicilio durante unos meses y se marchó porque “no confiaba en Antonio”. “Me hacía comentarios sexuales y espiaba mis conversaciones telefónicas”, aseguró la joven, que tiene rasgos físicos similares a los de la chica asesinada

El juicio contra el padrastro de la joven Yuliza, que apareció muerta el pasado año en una escombrera de Lanzarote, ha continuado este martes con la declaración de los policías que llevaron a cabo la investigación y que han destacado la relación “asfixiante” que Antonio F.R. mantenía con la chica y su “obsesión por el perfil de mujer dominicana, esbelta y joven”.

Jacquelín M., de 18 años, convivió con el acusado, su pareja y Yuliza en el mismo domicilio durante unos meses y se marchó porque “no confiaba en Antonio”. “Me hacía comentarios sexuales y espiaba mis conversaciones telefónicas”, aseguró la joven, que tiene rasgos físicos similares a los de la chica asesinada.

Además, la policía intervino el teléfono del acusado y descubrió que una vez mató a Yuliza comenzó una relación con otra mujer dominicana que estaba en Madrid, de las mismas características que Hilma (su pareja) y quien tenía una hija de 19 años con las mismos rasgos que la fallecida y con quien mantenía conversaciones de índole sexual.

Los forenses han concluido que la cinta adhesiva de color marrón que encontraron en el cadáver de Yuliza fue puesta una vez muerta la joven. Las investigaciones determinaron que el autor de los hechos sorprendió a la joven en su habitación cuando ella se estaba cambiando de ropa, de ahí que su cuerpo apareciese con el torso desnudo. Una vez allí, el asesino la estranguló y le ató las manos a la espalda, sin que la víctima hubiera tenido posibilidad de defenderse.

El cadáver no presentaba ninguna herida de defensa, únicamente un profundo corte en el brazo “en el que se le veía hasta el hueso”, según los peritos, que fue causado una vez fue enterrada y cubierta con sacos de escombros llenos de azulejos.

“¿Por qué murió sin defenderse?”, preguntó la fiscal. Este extremo fue respondido por los expertos alegando dos pruebas objetivas: “Fue un ataque sorpresivo y enseguida quedó semiinconsciente”. Esta respuesta desmonta la defensa del letrado de Antonio F.R. que sostiene que la muerte de Yuliza se produjo tras una discusión y pelea tras la cual la joven cayó y murió accidentalmente y que corrobora la teoría de la acusación particular y del Ministerio Fiscal, que alegan que se produjo un asesinato con alevosía.

Las mentiras del acusado

“Lo que ocurre no puede ser materialmente cierto”, aseveró uno de los instructores del caso. Desde el principio del juicio las partes han sostenido las numerosas mentiras y contradicciones en las que incurrió el acusado, que han sido hoy corroboradas por los agentes.

En un extenso análisis a través de diapositivas, la policía enumeró durante el juicio las mentiras de Antonio F.R. que llevaron a concluir su autoría del crimen. Mintió “para ocultar que había sido la última persona en ver a Yuliza viva, para no situarse junto a ella en el domicilio, para ocultar las disputas que mantenía por su religión, que su coche no funcionaba y para desvincularse del único objeto homicida”.

También existen contradicciones en cuanto a este objeto, la cinta adhesiva con la que ató las manos de la joven, pues Antonio F.R. manifestó no haberla usado nunca a pesar de que la parte trasera de su coche, del que habían sustraído la luna, estaba pegada con ella.

La policía explicó que el acusado cambió su versión con respecto a este objeto, asegurando incluso que quienes le había robado el coche podrían haberla utilizado para repararla. Fue, una vez se practicó la autopsia al cadáver cuando se descubrió un cabello de Antonio F.R. pegado a la cinta adhesiva.

La vista con jurado continuará esta tarde, con la prueba testifical y con el informe de las partes para la posterior deliberación del tribunal del jurado.

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