viernes. 19.04.2024

Por Miguel Ángel de León

Ricardo Peytaví es columnista habitual del diario tinerfeño y ultrainsularista El Día, cuyo tronante o tronado editorialista considera -textualmente- "desechos de la profesión periodística" a los otros periódicos de Tenerife y a los periodistas que no piensan (es un decir) como él. No me invento nada, vean y lean el concreto Editorial del pasado martes. En el mismo ejemplar poco ejemplarizante, el mencionado Peytaví imitaba al lobo del cuento y empezaba a mostrar sus verdadera patita por debajo de la puerta con respecto a la simplona y fracasada manifestación racista y xenófoba del pasado domingo en Santa Cruz, que todavía colea. En hablando de la, para los alterados convocantes, ineludible Ley de Residencia (a mí se me ocurre otra muy particular, pero no voy a especificar su contenido para no herir la sensibilidad de los más insensibles del lugar), escribe lo que sigue, y se queda el hombre tan ancho y tan pancho: "La ley de residencia que se demanda no es xenófoba en el sentido de que no va contra los africanos y sudamericanos, sino contra los peninsulares y, en general, europeos comunitarios. Esos son los inmigrantes que nos dan miedo. Aquellos con los que no podemos competir porque no nos hemos -ni nos han- preparado para ello. Los otros, los procedentes de África y Sudamérica, por tener una formación peor que la nuestra están abocados a los trabajos que ya no queremos. Y los que tienen una educación superior, que son muchos, no suelen venir a Canarias. Fue esa evidencia de lo obvio, y no el número de manifestantes, lo esencial de lo ocurrido el domingo en Santa Cruz. Rechazar al español y al europeo también es legítimo, pero sepamos lo que estamos haciendo".

Acabáramos. O sea, que la impresentable Ley de Residencia no es xenófoba porque la rabia esta vez sólo iba dirigida a españoles (peninsulares, para entendernos) y europeos, con perdón por la redundancia. El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE para los amigos y demás personas piadosas) deja muy clarito qué cosa es esa de la xenofobia: "Odio, repugnancia u hostilidad hacia los extranjeros". Se deduce e infiere entonces del atropellado texto de don Ricardo que él no se considera español. Ergo, podemos concluir en buena lógica que, en su ilógica concepción herribatogofiana (a pesar de lo que dice su carnet de identidad), el columnista tinerfeño tiene a los españoles por extranjeros. Y de la otra condición de extranjeros de alemanes, ingleses, italianos y por ahí (aunque sean "paisanos" europeos, según los últimos tratados internacionales y cuales), tampoco parece que nadie vaya a ponerlo en duda. Y si la pretendida Ley de Residencia va contra unos y otros, ¿cómo que no es xenófoba, caballero? Píquemelo usted menudito, cristiano, que lo quiero para la cachimba.

Por aquí abajo algunos se han dedicado de último a inventarse neologismos para hacer de contrapeso a su bien ganada fama de xenófobos y racistas, y entonces se han sacado de la manga lo de la endofobia, que tampoco es mal chiste, aunque el palabro no lo recoja diccionario alguno, y mucho menos la mencionada Real Academia de la Lengua. Pero vete tú a hablarles de la lengua y del respeto a la misma a los que no alcanzan ni a escribir como es debido su propio nombre sin patear varias veces el idioma, el vocabulario y lo que no está ni en los escritos. Para boberías bobas están ellos.

Lo más gracioso de toda esta historia o histeria sin gracia es que me sé de al menos dos peninsulares y de una hija de peninsular que asistieron a la manifestación xenófoba de marras. Nada raro en una manifestación racista que iba encabezada por una pancarta en la que se leía, literalmente, "No al racismo". Chacho, a ver si nos aclaramos, que de repente te metes en una "mani" y resulta que, sin saberlo, estás tirando piedras contra tu propio tejado.

¡Ley de Coherencia, ya! ([email protected])

Los peninsulares, a la Península
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