martes. 23.04.2024

Este martes se celebraba (es un decir: recordar no es celebrar, aunque yo celebro todo reconocimiento, incluso aunque sea oficial/artificial, a la labor casi siempre callada de Vidal Martín, que tiene la pasión de los autodidactas, en su caso por los cetáceos) el pomposamente denominado Día Mundial e Intergaláctico del Medio Ambiente (con perdón por la redundancia, puesto que el medio y el ambiente son la misma cosa).

Nos acordamos de la efeméride de marras porque los medios de comunicación, que son almanaquientos por definición, nos la recuerdan desde las vísperas y nos dan la vara y la tabarra el día de autos, y no porque los políticos y demás supuestas autoridades en la materia hagan algo práctico al respecto, buenas y bonitas palabras de cara a la galería aparte, casi siempre escritas -para mayor burla- por el negro de turno, como es triste fama.

Escuchar a cualquier político lugareño hablar -un suponer- del sobado “turismo sostenible” (contradictio in terminis, por cierto) y verme obligado a pasar la página o cambiar de canal/dial es todo una. No les creo ni tantito así. Y no ahora, a toro pasado y con Zonzamas como consta que está, sino desde que empezaron a llevar a pobres periodistas a contarles el cuento de la buena pipa sobre reciclados y otras mentiras que nos han costado un Potosí y que han acabado, mismamente, en la basura.

Eso por no hablar de lo de la Reserva de la Biosfera, que tampoco es chiste chico ni manco, a fe mía. Saben los lectores de este único diario impreso de Lanzarote que la nuestra ya no es la única isla del Archipiélago que goza (o padece) esa graciosa “denominación de origen” que es puro monumento a la ironía, el cinismo y el sarcasmo institucional. Ahora el mismo nombrete lo compartimos con otras islas hermanas, que a buen seguro también se habrán ganado ese título a pulso, no lo dudo ni lo discuto.

Y menos mal, claro, que todavía somos Reserva Mundial de la Biosfera, porque a veces casi ni se nos nota, y lo disimulamos de cine, visto lo visto por ahí: cientos de coches abandonados en las cunetas de la carreteras, los vertederos teóricamente clandestinos que nadie termina de prohibir de manera efectiva, los restos y las “gracias” que nos dejan las absolutamente innecesarias acampadas playeras (“camping” para los papanatas), y un tan largo como abochornador etcétera que no nos iba a caber completo en esta columna de opinión

Tiene su lógica que ya hayan sido muchas las voces y las veces que han sugerido renunciar a ese calificativo que un buen día Lanzarote se agenció en buena y noble lid, pero que actualmente constituye todo un cruel sarcasmo ante la otra amarga realidad diaria de la creciente especulación urbanística que no para ninguna moratoria o plan de ordenación, por poner otro buen/mal ejemplo.

Más que de la biosfera, casi habría que hablar de reserva india: aquí otra cosa no haremos los lugareños, pero el indio lo bordamos... sobre todo cuando vamos a votar a estos jefes de la tribu que nos tienen/mantienen más quemados que la cachimba de Manitú. ([email protected]).

Ni medio ni ambiente
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