viernes. 19.04.2024

Por Miguel Ángel de León

Hubo un tiempo en el que se puso muy de moda en la prensa, sobre todo en llegando los días más calurosos del verano como ahorita mismo, la jaqueca de los presuntos, probables, posibles o presumibles avistamientos de platillos volantes, como los llamábamos de forma genérica allá cuando chinijos. Por aquel entonces se decía o se rumoreaba que sobrevolaban casi a diario el Archipiélago canario en general y los cielos de Lanzarote muy en particular. Tanto fue así, que el caso llegó a ocupar y copar incluso destacados titulares de portada de la prensa teóricamente más seria, y no sólo coincidiendo con la edición correspondiente al Día de los Santos Inocentes. Fechas veraniegas y calurosas como las actuales, en efecto, eran las más indicadas para que se produjeran (o se produjesen, que era aún más llamativo) estos fenómenos paranormales... e incluso parasubnormales, puestos a contarlo todo.

Es bueno saber que no estamos solos en el Universo, pero todavía es mucho mejor comprobar que tampoco estamos del todo desamparados en el planeta Tierra ni a manos exclusivamente de nuestros políticos. Es reconfortante enterarnos, aunque sea tarde y con sol, que tenemos los conejeros ahí al ladito mismo toda una base submarina de Ovnis (Objetos Volantes No Identificados: por ejemplo, un Binter... que dicen algunos que es un avión), para justificar así la existencia de los radares militares de las Peñas del Chache y entretener con sus acrobacias aéreas de película a los solitarios centinelas que allí están encaramados.

Estas cosas siempre son gratificantes, aunque tengan lugar invariable y casualmente en verano, cuando más aprieta el sol las seseras, si las hubiera. Gratifica, ya digo, saber que estamos acompañados por esos seres extraterrestres que viven sumergidos en el mar al Norte de Lanzarote, quizá porque por el Sur tienen la fea costumbre de reunirse de forma mayoritaria y escandalosa bañistas y domingueros humanos. Estos nuevos -o viejos- vecinos extra galácticos, además, son de la nueva hornada cinematográfica: tienen un mayor parecido con el entrañable “ET” que con el revienta entrañas de “Allien” (Alienígena, dicho en cristiano). No hay duda, entonces, de que estamos de enhorabuena. Alabado sea el Cosmos. Alguno de ellos, encima y para más gracia, conviven a diario con el resto de los mortales. Y aunque no hay constancia empírica, pudiera darse el caso de que más de uno esté participando activamente en tareas políticas, perfectamente revestido, como en los carnavales, de personas humanas, como dicen los redundantes. De la misma forma y manera que hay humanos disfrazados de alienígenas, como es triste fama y como bien parece ser el caso del marqués de las pocas dunas que van quedando en Corralejo, Domingo González Arroyo, por ponerles un ejemplo muy poco ejemplarizante.

Lo que ya no está tan claro es el asunto de las fotografías que, allá por los estertores de la década de los 80 y a principios de los 90 del siglo pasado, se publicaron de los supuestos platillos volantes o voladores. Por las fotos que salieron reflejadas en la prensa de la época, a cualquiera le cabe la posibilidad de pensar que lo mismo podemos estar ante un ovni como ante el más que identificador sombrerito típico de La Graciosa, si ustedes se fijan bien. Va a ser eso. ([email protected]).

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