jueves. 25.04.2024

Por Cándido Marquesán Millán

Después de haber visitado Obama, el candidato demócrata a la Presidencia de los Estados Unidos, diferentes países en Oriente Medio como Afganistán e Irak, donde está empantanado el ejército norteamericano, llegó a Europa rodeado de pompa y boato, cual si fuera ya Presidente en su país, aunque falta mucha tela que cortar todavía. Su presencia en Alemania, Francia y Gran Bretaña ha servido para que esté cobrando cada vez más pujanza mediática en el viejo continente. Los diferentes medios de comunicación no han escatimado los elogios hacia Obama, y especialmente después de su discurso en Berlín, tratando de compararlo en cuanto a trascendencia al pronunciado por Kennedy en 1963, cuando dijo aquella frase histórica: Yo también soy berlinés. Conspicuos periodistas han señalado que la pretensión fundamental de este viaje ha sido la de recuperar el espacio diplomático y político internacional que han perdido los Estados Unidos, como consecuencia de la política errática de Bush. Es bastante probable que si las elecciones norteamericanas se dilucidasen en Europa, Obama ganaría a McCain por goleada. Mas, no es aquí donde se van a resolver. Son los estadounidenses los que con su voto van a decidir.

El todavía candidato abrió su discurso con una frase muy impactante: Vengo a Berlín, como muchos de mis compatriotas lo han hecho antes, no como candidato a presidente, sino como ciudadano, un orgulloso ciudadano estadounidense y un ciudadano más del mundo.” Realmente sus asesores de imagen anduvieron listos a la hora de prepararle estas palabras, que hubieran sido difíciles de imaginar que pudieran salir de la boca de Bush.

Desde la Columna de la Victoria, habló sobre la historia reciente de la ciudad, y utilizando como hilo conductor hechos históricos recurrentes como la caída del muro y la reunificación alemana, habló de temas de profundo calado como: la unidad entre Europa y EE UU, ecologismo, la lucha contra el terrorismo y la paz, de seguridad y prosperidad, de acabar con el hambre y devolver el futuro a nuestros hijos...Una parte muy importante fue su alusión a lo nefasto que resultan los muros: "No deben alzarse muros entre los viejos aliados a ambos lados del Atlántico. No deben alzarse muros entre los países que tienen y los que no tienen. No deben alzarse muros entre razas y tribus, entre nativos e inmigrantes, entre cristianos, musulmanes y judíos.” Se estaba refiriendo al Muro de Berlín, el símbolo más prominente de la Guerra Fría, también conocido como el "muro de la vergüenza" porque durante 28 años mantuvo dividida a Alemania. Las palabras de Obama tenían la pretensión de ganar los corazones de los berlineses. Ignoro si cuando hablaba de derribar muros, estaba pensando también en el que divide a México y Estados Unidos. En contraste con lo que dijo en Berlín, Obama se ha manifestado -al igual que su rival, John McCain- en favor del reforzamiento del muro al sur de la frontera de EEUU, aduciendo que es indispensable para detener tanto a los inmigrantes indocumentados como a posibles terroristas. Ambos candidatos han hecho caso omiso de los numerosos efectos negativos del muro: desde los daños ambientales y los cientos de indocumentados muertos al intentar pasarlo, hasta las pérdidas millonarias que se generan por la lentitud en los cruces. Se niegan a reconocer, asimismo, la ineficacia de esa barrera, y deberían tener muy claro que ningún muro podrá detener a unos inmigrantes desesperados y ansiosos de encontrar una vida mejor en este país, si aquí les ofrecen trabajo. Es también iluso pensar que el reforzamiento de una valla con México pueda impedir el paso de los terroristas. Éstos, como se ha visto hasta ahora, han llegado por avión y con visa a este país.

Tengo la impresión de que en el personaje de Obama hay mucho de fachada. Le están comparando con John F. Kennedy - ambos son creaciones, productos de los medios de comunicación, que saben vender muy bien aquello que les interesa. Venden candidatos como si fueran bienes de consumo. El compararlo con Kennedy, si no nos quedamos sólo en la superficie, en lugar de favorecerle debería perjudicarle profundamente, no, en vano fue él, el presidente que invadió Vietnam del Sur, el que lanzó un ataque terrorista en Cuba, así como el responsable del establecimiento de una dictadura neonazi en Brasil, aunque se produjera ya muerto, él puso las condiciones y que supondría una terrible época de represión en toda América Latina. Mas, Kennedy se convirtió en un mito intocable, y todavía más despues de su asesinato en Dallas.

Como acaba de señalar Noam Chomsky en una entrevista realizada por el catedrático Vicenc Navarro, los asesores de Obama, los dirigentes de su campaña, han creado una imagen, que básicamente es una hoja en blanco. En sus discursos, todos ellos muy bonitos, suenan palabras como esperanza, cambio, unidad -slogans totalmente huecos pronunciados por una persona agradable, con buen aspecto y que comunica bién- los expertos en comunicación hablan de “retórica en alza”, y cada cual puede escribir lo que le parezca en esa hoja en blanco. Mucha gente está escribiendo sus deseos por un cambio de progreso. Mas en la campaña, como acaba de señalar el Wall Street Journal, no se ha hablado nada de los temas importantes, los que de verdad interesan a la gente, como pueden ser los de educación y sanidad entre otros. El apoyo que está recibiendo Obama es un reflejo de la alienación y alejamiento de la gente de las instituciones. La gente se agarra a Obama como a un hiero ardiendo, ya que ven en él una pequeña posibilidad de que pueda defender aquello que quieren. Es cierto que Obama habla de cambio, aunque no está nada claro qué es lo que va a cambiar exactamente. De hecho, las instituciones financieras, que son sus mayores contribuyentes, piensan que ya está bien; por tanto, no parece nada claro que se pueda producir cambio alguno.

En definitiva muchas palabras huecas, vacias de contenido, que no son más que un reflejo del funcionamiento de su sistema político. Pienso que debería ya cuestionarse esa tendencia que trata de divulgarse desde determinados ámbitos europeos, en considerar el sistema político norteamericano como el paradigma de la democracia. Los Estados Unidos son un país muy libre, pero todo esta muy controlado, es muy difícil salirse de la ortodoxia; que marcan unas élites empresariales, perfectamente en connivencia con la clase política. Existe mucho miedo a los cambios profundos. Por ende, las campañas electorales están llenas de mucho ruido y alharaca, en las que se habla de cuestiones superficiales, y no de los temas importantes. Si en los Estados Unidos existiera una democracia que funcionase, hace décadas que disfrutaría de un sistema de sanidad pública nacional, que es lo que quiere realmente la gente. Lo mismo podríamos decir en relación a la política exterior, con la que están en desacuerdo una parte importante de la población. Desde los años 70 del siglo pasado, determinadas encuestas muestran que dos tercios estarían de acuerdo en restablecer relaciones diplomáticas con Cuba. Igualmente, opinan una gran mayoría de que se debería utilizar más la diplomacia que las amenazas en las relaciones exteriores.

En definitiva, en los Estados Unidos, todo está tan medido, tan estudiado, y tan controlado, que los cambios trascendentales son utópicos. Por ello, pienso que los norteamericanos van a seguir teniendo los mismos problemas, sea el que sea, el que salga elegido tras las elecciones del 4 de noviembre. Tiempo al tiempo.

Obama, más de lo mismo
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