Por Danesa Hernández
Mi padre nunca estuvo en la vida política, pero sí era una persona interesada en ella, y
sobre todo en la insular. Intentaba empaparse de todo lo que ocurría en esta isla a través de la
televisión o de la radio, y luego teníamos tertulia en casa. Se indignaba con los políticos, y
decía que todos sus proyectos estaban diseñados para un interés propio, y no para un interés
común. Me hubiese gustado que viese lo que ha pasado en Lanzarote en los últimos seis años,
seguramente diría “eso se veía venir”, sabe más el diablo por viejo que por diablo.
Uno de los temas que más le indignaba era el trato a la agricultura, como agricultor vio como
este sector se iba deteriorando. Todos entendemos que nuestro motor económico es el
turismo, tenemos que trabajar por una calidad turística, pero hay que pensar que Lanzarote es
tierra de agricultores, es nuestra señal de identidad y es obligatorio no perder nuestras raíces.
Particularmente he tenido la suerte de poder viajar, y darme cuenta que lo que
verdaderamente llama la atención como turista es ver las distintas formas de vivir de los
diferentes pueblos, su historia, su cultura, sus tradiciones, su gastronomía, su religión, su flora,
su fauna, etc… en definitiva, te interesa el interior de esa tierra. Por tanto, debemos elaborar
proyectos con nuestra firma de identidad, con la Canaria. Con ellos, no sólo nos sentiremos
más orgullosos de nuestra tierra, sino que ayudará a muchos vecinos a desarrollarse a nivel
económico usando nuestra cultura y tradiciones como un atractivo turístico.