La decisión adoptada años atrás en el Cabildo, consistente en aprobar -con total consenso político, conste- la desclasificación de 25.000 camas turísticas fue bautizada en su día y momento por los más optimistas o crédulos del lugar como la segunda moratoria. Otros escépticos incurables como el que esto firma nos cansamos de señalar entonces no más que algunas evidencias que a veces tendemos a olvidar, porque el tráfago de la rabiosa actualidad política nos convierte a casi todos en amnésicos. De último, lo que se estila entre la clase política insular y la clase periodística (no tanto en el resto de la sociedad, que le trae sin cuidado ese penúltimo y falso debate) es lo de la moratoria turística que inicialmente abanderó el cabildo conejero y luego dicen que secundó el mismísimo Gobierno canario (por eso anda ahora concediendo amnistías a las construcciones descarada y declaradamente ilegales en Tinajo o en El Hierro, por poner dos malos ejemplos), para acallar así determinadas y molestas voces que hablan y no paran del evidente deterioro paisajístico y social que el desmesurado crecimiento turístico/urbanístico ha causado en casi todo el Archipiélago, como es triste fama.
Para mi gusto y escaso entender, asistimos con esa excusa de las mil y una moratorias (o el Plan Turístico Especial que ahora se quieren cargar los mismos que lo encargaron, porque donde hay patrón especulativo no manda presidenta marinera) a la escenificación de otro paripé que nos regala la encanallada política canaria, luego de los otras sonadas farsas en torno al imposible “turismo sostenible” (cuento que tanto dinero le ha reportado a más de un listo) o las denominadas directrices de ordenación, aquel anzuelo electoral de la anterior legislatura regional que sólo se han tragado los más incautos.
Ante tanta moratoria y tanta teórica contención urbanística que luego se da de bruces con la realidad, recurro una vez más a mi particular “Voca-burlario” para definir el término paripé, pues sólo hay que hacer uso de cualquier diccionario de andar por casa.
“Diccionario de la Real Academia Española”. PARIPÉ: (Del caló paruipén, cambio, trueque). Fingimiento, simulación o acto hipócrita./ Hacer el paripé. Presumir, darse tono.
“VOX. Diccionario Escolar de la Lengua Española”. Su edición de octubre de 1971 no registra la palabra Paripé, como tampoco habla de "turismo sostenible", de "reservas de la biosfera" ni de engañabobos similares que sólo sirven para que los más tontos del lugar se llenen la boca con palabros huecos, absolutamente vacíos de contenido.
Diccionario de “Sinónimos, Antónimos y Parónimos”, de Miguel Doezis. PARIPÉ: Engaño, mentira, embaucamiento, camelo, engatusamiento, tergiversación, encubrimiento, apariencia, simulación, falsedad. “Enciclopedia Argos”. Su edición de 1972 tampoco recoge el término que hoy nos ocupa y preocupa (porque preocupante sí que es ver a los políticos haciendo como que hacen, vive Dios). “Enciclopedia Salvat”. PARIPÉ: Del caló. Ficción, simulación, engaño. Hacer el paripé. Presumir. Darse tono.
En cualquier caso, la mejor definición de este enésimo paripé político que se ha registrado otra vez en Lanzarote la puede encontar el sufrido lector en la sabiduría, poco académica pero contrastada una y mil veces, del mago canario: ni paripé ni leche machanga: “Eso es una batata como una casa, cristiano”.
“Gran Diccionario del Habla Canaria”, de Alfonso O'Shanahan. BATATA: Mentira. (Lo mismo se puede leer en cualquier otro diccionario de canarismos).
Por si quedaba alguna duda sobre la bondad de la "segunda moratoria" que aprobó de más allá el Cabildo, recuérdese igualmente que ésta fue respaldada finalmente por los mismitos grupos políticos que habían llevado a Lanzarote al actual y lamentable estado de cosas. No me diga más, caballero.
Pero para paripé de verdad, en el más absoluto sentido de la palabra, el que todavía se tiene y mantiene en pie milagrosamente en el Cabildo bajo el nombre o nombrete de pacto de Gobierno tripartito (o tri-partido, para hablar con mayor propiedad). ([email protected]).
