viernes. 29.03.2024

Las despedidas siempre son tristes y más cuando hablamos de personas muy válidas que se van a otras tierras a correr mejor suerte. Eso es lo que hizo un amigo mío y gran profesor de matemáticas. Regresó a su tierra, Bilbao, después de 15 años ofreciendo todos sus conocimientos de matemáticas, que no son pocos, a los escolares de Lanzarote. Tras más de una década, como digo, decidió regresar con toda su familia, -mención aparte su esposa e hijos, bellísimas personas los cuatro-, en busca de la semilla que lo vio nacer y lo hizo en el más auténtico de los anonimatos. Yo sé que probablemente a él no le guste que yo escriba esto, porque es una persona bastante reservada y, sobre todo, sencilla, pero no puedo dejar pasar esta oportunidad para además de hacerle mi pequeño homenaje a un hombre lleno de iniciativas que mejoraron con mucho la calidad de la enseñanza de las matemáticas en Lanzarote, darle un ‘tirón de orejas' a sus compañeros, profesores todos de muchos años y en su mayoría catedráticos, que no supieron reconocer la valía de este gran profesor. Y lo digo porque estos ilustres profesores no tuvieron la decencia de hacerle ni un pequeño reconocimiento, fiesta o ‘comida de amigos' para agradecerle su labor y, sobre todo, para dejarle claro que aquí en Lanzarote sigue teniendo compañeros y amigos.

Sobra decir que él se fue sin hacer alusión a su triste despedida, ni siquiera tuvo una palabra de reproche hacia esos profesores que muchas veces se aprovecharon de sus conocimientos, pero yo que me siento ajena a ese mundo falso e hipócrita que rodea a los docentes, ¡qué bonita palabra para ser tan mal usada!, sí quiero ponerlo de manifiesto porque no se merecía ese adiós.

Antonio Jover consiguió traer a Lanzarote un concurso nacional de matemáticas que aquí ni se conocía. Este profesor introdujo en la Isla el ‘Canguro Matemático', una prueba mediante la que se intenta popularizar las matemáticas, organizando un concurso de masas que no debía buscar la excelencia, como en el caso de las Olimpiadas, sino más bien al contrario, lograr que incluso los

alumnos menos dotados se divirtieran resolviendo problemas de matemáticas.

Todavía recuerdo el interés que ponía porque este concurso tuviera el éxito suficiente para que Lanzarote, única isla del Archipiélago que lo poseía, siguiera formando parte de ese reducido número de localidades que lo celebran año tras año. Muchas veces se dirigía a mi y a muchos otros periodistas para que le hiciésemos publicidad del evento, al igual que al resto de los profesores de matemáticas de todos los institutos de la Isla para pedir la colaboración y participación de los alumnos. Hasta ahora siempre ha obtenido éxito en este concurso.

Antonio Jover fue también, junto a la profesora Antonia Betancort, el artífice de que Lanzarote consiguiera traer a la Isla el Estalmat (Estímulo del Talento Matemático), un proyecto que lleva adelante la Real Academia de Ciencias con el patrocinio de la Fundación Vodafone España. Se trata de detectar, orientar y estimular de manera continuada, a lo largo de dos cursos, el talento matemático excepcional de estudiantes de 12-13 años, sin desarraigarlos de su entorno, mediante una orientación semanal, que se efectúa cada semana por tres horas.

Un proyecto que comenzó en 1998 en la Comunidad de Madrid y que se implantó en Andalucía Occidental, Canarias y en las provincias de León, Valladolid y Segovia en 2005. También ha sido una iniciativa con gran éxito en Lanzarote y, sobre todo, muy bien planificada.

Estos dos profesores del Instituto Blas Cabrera, centro donde Antonio Jover ha impartido sus enseñanzas durante 15 años, lograron además para la Isla el segundo premio del “VI Concurso Escolar de Trabajos Estadísticos” que organiza el Instituto de Estadística de Canarias (ISTAC) por el trabajo ¿“Sabes vivir”?, obra de los alumnos Arancha Sarabia González, José Antonio Lareo Domínguez, José Miguel Fuentes Rodríguez, Rosa María Aguiar Pérez y María Liduvina Espino Timón. Este premio se consiguió en 2007, pero en 2006 obtuvieron también el tercer premio de este mismo concurso.

En fin, numerosos éxitos que de alguna manera no han sido reconocidos por sus propios compañeros y ¡es una pena¡ porque sin llegar a tener la certeza al 100%, puedo afirmar que docentes como Antonio Jover, -en este caso si tiene sentido el uso de esta palabra-, han pasado pocos por el IES Blas Cabrera. Por eso desde estas líneas quiero darle las gracias por todo lo que ha hecho por la educación en Lanzarote y desearle que consiga la felicidad que anda buscando en su nuevo destino.

Triste despedida
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