jueves. 28.03.2024

Por Miguel Ángel de León

Ya no es el único ni el máximo representativo del fútbol lanzaroteño, pues ahora comparte militancia con el recién llegado -en buena hora- a la división de bronce del balompié nacional: el Club Deportivo Orientación Marítima (Maritimita para los amigos y demás personas piadosas), que encima se ha ganado la simpatía locutora de Pepe Domingo Castaño, que le hace publicidad finisemanal al modesto conjunto de La Destila en el carrusel deportivo radiofónico de mayor audiencia en toda España y parte del extranjero, principalmente en las tardes dominicales de la cadena SER de don Jesús del Gran Poder. Pero tiene la ventaja de contar con una mayor historia y trayectoria en 2ª B, y con un nombre que nos engloba a todos los conejeros: UD (otra Unión Depresiva) Lanzarote, que ha pasado de ser nuestro orgullo a nuestro ridículo semanal. No levanta cabeza. No genera pasiones ni adhesiones. Y encima la afición, ayuna de buenos resultados que llevarse al marcador, se siente huérfana igualmente de representación lugareña o netamente insular, con lo extendido que está el contagioso virus nacionalista, como es triste fama. “Es el equipo de los peninsulinos, casi no hay ni un conejero”, se quejan algunos de los seguidores más veteranos y persistentes del equipillo... o “equipejo”, según los más derrotistas.

Yo tampoco creo en este equipo, si lo hubiera o hubiese. No hablo a toro pasado (lo dejé escrito aquí mismo antes de iniciarse la actual temporada 2006/07), ni me refiero a los jugadores, que en este caso apenas deben culpa (no son la banda caprichosa, consentida y multimillonaria hasta el insulto del gris Capello del antifútbol). No creo en una Directiva -si la hubiera o hubiese también- que antes de iniciarse el campeonato ya se fija como único y máximo objetivo el mantener o no perder la categoría, a estas alturas añejas de la militancia. Digo y repito que no pago un duro, y mucho menos un euro, para ir a ver la escenificación deportiva del conformismo más pesimista y ramplón, de un derrotismo que cuando se institucionaliza es veneno del que se contagian los jugadores y el cuerpo técnico, y -por inercia- los propios aficionados y la prensa. Para tamaño y tan corto viaje no se necesita las alforjas de una categoría nacional. A jugar al escondite al Charco.

Tengo y mantengo una apuesta con más de un conocido: el recién llegado Marítima acabará la Liga mejor clasificado que el Lanzarote. De momento, cuando estamos ya en el ecuador de la competición, y si me permiten y disculpan el elemental juego de palabras (casi tan malo como el que da título a este concreto artículo de hoy), el Orientación ha ido todo el rato mejor orientado y clasificado que “el máximo representativo” que ya apenas representa a nadie, desorientado y sin rumbo fijo, con baile de jugadores y entrenadores al estilo del primerdivisionario club blanco que lo ve de último todo negro, tras tres año y pico sin probar copa alguna (y ni siquiera así conserva todos los puntos, paradójicamente).

El equipito rojiazul (rojillo lo llaman otros) no enamora ya a nadie. Y encima, para mal de males, andan algunos jugadores peleándose a grito pelado y delante de todos -tirios y troyanos- con el entrenador, o a la inversa. Ya les digo, igualito, igualito que el Real Madrid. Con la pequeña/gran diferencia de que el Lanzarote nunca tuvo la potra, ni la suerte ni la baraka arbitral, institucional o gubernamental a su favor. Total, que o cambia mucho la actual y empantanada situación o, como dirían los más viejos de islita adentro, “esto no se aguarece, cristiano”...

Muerta la criatura, no bailaré sobre su tumba, por descontado, pero tampoco lloraré por ella. Los suicidios no me suelen causar pena. ([email protected]).

UD Lanzaderrota
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