viernes. 19.04.2024

Por Domingo García

¡Al abordaje ! ¡al abordaje !, gritaban todos los piratas que, ávidos de tesoros, se lanzaban sobre la

nave Lanzarote, viendo que ésta, a punto de hundirse, y con su tripulación, pobre pueblo, después de estar tanto tiempo borrachos de riquezas, vino ajeno, no les quedaban fuerzas para levantarse en armas a defender la nave. Y entre tanto de su capitana, la charcona, apodada así porque siempre se metía en todos los charcos, saliendo siempre enfangada, se ha descubierto que estaba compinchada con los piratas, sólo se dedicaba a guardar las apariencias de Gran Capitana en los grandes salones de la nave, ocupada y preocupada que a sus familiares, amigos e invitados no les faltara de nada. Era muy desprendida, dando incluso lo que no era suyo.

La charcona hizo gran amistad con el temible pirata, el espina, se le conocía así, por su carácter seco, rencoroso y malintencionado, que siempre andaba maquinando para, con malas artes y haciendo uso del poder que tenía sobre su tropa, querer gobernar la nave. Éste había conseguido

convencer a la capitana de que todas las riquezas que la tripulación, pobre pueblo, les había entregado para guardarlas escondidas, en la isla de los casi cien volcanes, se podían repartir entre la banda y que para ello tenia un plan y que sólo era necesario buscar un acuerdo con el otro pirata, el pez martín-yo, conocido por ese nombre, porque a todo aquel que se le rebelaba lo escachaba con su puño, como si tuviera un martillo en sus manos, y que navegaba por esos mares desde hacía ya

mucho tiempo y que permanecía recluido en una isla por culpa de una traición de la banda del cangrejo, éste, el pez martín-yo, gobernaba su nave, la tunera, con puño firme y siempre al viento que le fuera mas favorable.

Allí se fueron el espina, la charcona y el pala-rea, el pirata que vendió su nave y su tropa al espina, para navegar el, en otra mas grande, demás postín y donde podía

codearse con los grandes piratas que gobernaban los mares, sin ser visto. Entre todos los piratas reunidos, el espina, la charcona y el pez martín-yo, acordaron repartirse el botín, para ti espina, las cuevas donde esta el dinero que dejan todos aquellos que quieran pasar por la isla, para ti pala-rea te nombramos cónsul de ultramar, donde solo tendrás que preocuparte cada cierto tiempo de recoger tu parte del botín, sin tener que mojarte,en tierra firme, para mi, acordaba el pez martín-yo, las fuentes de agua, que ya me encargare yo de convertir el agua en vino, y para la charcona, la corona, que no

sirve para nada, pero viste bien, ha si acordaron el reparto del botín.

Transcurrido el tiempo y después de muchas singladuras, la nave lanzarote permanece varada, sola, con sus velas, antaño infladas al viento,hechas jirones, su proa, un mal recuerdo de un navegar portentoso, sus bodegas,

como cestas desfondadas, esquilmadas, esperando que alguien, buenas manos para el trabajo, sin

codicia, presto al esfuerzo, tome nuevamente, con delicadeza su timón. ¡ A navegar ¡ A navegar ! ¡

Proa al viento! Suelten lastre, primero el espino, pala-rea, el pez martín-yo, al agua la charcona, y

eso si, a la tripulación , pobre pueblo, menos borracheras con vino ajeno, que se apresten al trabajo y si no, ya saben, ¡ al agua también !.

Una de piratas
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