jueves. 25.04.2024

Por Lorenzo Lemaur

Salí a comprar el pan y respirar un poco de aire fresco antes de comer y, a los pocos metros, vi una mariposa blanca. Era octubre y estaba en Agüimes, pueblo del que siempre que gusta decir orgullosamente que fue donde nací. Durante el año no había encontrado hueco para tomarme vacaciones y, aunque cortas, aprovechando el puente de Pilar, decidí salir de Lanzarote para descansar la cabeza un poco. Hace falta también descansar la cabeza, no solo el cuerpo.

Mientras se preparaba la comida, fui a comprar el pan y de camino respirar un poco. Cruzo, desde la calle Pedro García Cabrera, por el jardín, hasta la calle León y Castillo, para luego, por la calle Tomás Morales llegar a “la carretera” (calle Juan Alvarado y Saz) y, tras cruzarla, llegar a una de las afamadas panaderías donde hacen el pan característico de Agüimes. Pan muy afamado en Gran Canaria, y más sitios. Compro el pan y vuelvo a casa.

Todo normal si no fuera porque, revoloteando sobre los matorrales de la calle León y Castillo veo a una pequeña mariposa blanca.

¡Caramba! Pensé. ¡Una mariposa blanca!, como las que en la primavera de 2009 había visto frente a mi casa, en Titerroy, Arrecife, en el Parque Los Pinos. Aquellas eran más grandes, pero, igualmente, totalmente blanca.

Por aquel entonces, primavera de 2009, andaba yo a la gresca con artículos que, pensándolo luego, trataban, con ironías, de ser hirientes para mis rivales, que no enemigos, políticos. Aquella mariposa blanca, que vi en el Parque Los Pinos, me indujo a cambiar el enfoque de mis artículos y me animó a empezar una nueva serie: “La fuente de las mariposas”. Luego, remontado la cabeza con cosas, fui perdiendo las ganas y concentración o inspiración necesarias para escribir. Me apenaba pero, dejé de escribir.

Estos días retomo la sana vocación que intermitentemente he sido capaz de desarrollar. Hacía tiempo que tenía ganas de reiniciar mis reflexiones sobre “la fuente de las mariposas”, pero no me venía ni la inspiración ni las ganas. Una mariposa blanca, vista casualmente, como la de entonces, como a San Pablo, me tiró del caballo. Deseo que sea suficiente inspiración para retomar mis reflexiones, en positivo, contribuyendo a propiciar el sosiego que, por lo que oigo y observo, mucha gente reclama en Lanzarote y, pienso yo, tanto necesitamos.

También me mantiene inspirado la “resiliencia”, término que en psicología significa: “capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas” y en mecánica: “capacidad de un material elástico para absorber y almacenar energía de deformación”. Este concepto, que desconocía hasta no hace mucho. Tras descubrirlo me está inspirando bastante. Me está animando.

Por esos alrededores, los de la resiliencia, e ilusionado en ver pronto la fuente de las mariposas, blancas algunas, en el Parque Los Pinos, medio me comprometo a retomar la costumbre que escribir y publicar mis reflexiones. En esta nueva etapa, muy en positivo. Al menos eso pretendo.

Una mariposa blanca
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