jueves. 28.03.2024

1.- Me manda Paco Pérez la foto de los dos, durante un almuerzo, en Bruselas. No sé si fue cuando aquella Europalia, a la que Pepe Segura, a la sazón presidente del Cabildo de Tenerife, mandó medio Carnaval para que desfilara por las calle de Amberes, o cuando nos invitó Arturo Escuder al Parlamento de Estrasburgo y al Berlemont de Bruselas, para que conociéramos las instituciones europeas. Antes, siendo Paco Ucelay presidente de la Junta de Canarias y Arturo Trujillo su jefe de Prensa, nos impartieron a unos cuantos periodistas un curso sobre la Comunidad Europea, diploma que he perdido me parece. Qué pena, lo voy a buscar. En aquellos tiempos, los políticos se gastaban las perras en formación de profesionales; ahora se las maman ellos. Y qué gran pérdida fueron las de Paco Ucelay y Arturo Escuder, dos excelentes y honestos políticos tinerfeños, que tanto trabajaron por su tierra. Aprendí mucho en aquellas jornadas organizadas por Arturo Trujillo, que me parece que terminaban con un viaje a Bruselas. Fui varias veces más, otra invitado por Fernando Fernández, cuando Cristina Tavío era su asistenta –allí se llaman asistentas a los jefes de Gabinete, no como aquí, que aplicamos el término a las chachas para no llamarlas criadas, palabro que siempre les ha jodido mucho–. Y recuerdo otras veces de visita a Bruselas, con Jerónimo Saavedra, que siempre orientó muy bien a los periodistas en los asuntos europeos, en los tiempos de Héctor de Armas y de Alfonso Ramírez. Con Jerónimo hice otra vez un viaje a Israel; el otro día lo recordábamos, sentados los dos en el “Mencey”, haciéndole una entrevista para el “Diario de Avisos”. Bueno, pues cuando viajé con Fernando me metió en un hotel infame, al que ni siquiera entré, sino que permanecí en la calle hasta que Cristina me alojó en otro hotel suizo que estaba bastante bien, y que era al que iba habitualmente Fernando cuando se quedaba en Bruselas. Coño, y me iban a dar a mí la gañanía. Pues todo eso se acabó con los fiscales anticorrupción; porque ahora te tiras un pedo y ya es corrupción. Para algunos, claro. Otros tienen patente de corso. Ya no se invita a ninguna parte a los periodistas; o sí, y será que yo he pasado de moda. He perdido el paso.

2.- No sé, pues, a qué viaje corresponde la foto que me manda Paco Pérez, pero como ven yo tenía un pelucón de cojones y él parece que disfrutaba poniéndome la mano en la cabeza, sin que a ustedes se les ocurra pensar ningún exceso de confianza. Ah, en otra ocasión visité Bruselas y Estrasburgo con Manolo Medina, eurodiputado socialista, que me presentó a Jacques Delors en el aeropuerto de Estrasburgo, si no me equivoco. Era muy amigo suyo. De Bruselas a Estrasburgo íbamos en un tren cargado con papeles oficiales, trasladados en baúles desde los edificios comunitarios de Bruselas a la sede del Parlamento de Estrasburgo; y desde Madrid salía un avión especial para eurodiputados e invitados, cada semana, me parece que con destino a Estrasburgo. Un avión de “Air France”. Imagínense lo que estarán disfrutando los muertos de hambre de Podemos que “trabajan” en Europa y que se están inflando, a la chita callando. Todo lo que protestan aquí en España se lo callan en Europa. No les interesa hablar. Allí ganan, entre dietas y sueltos, unos 12.000 euros al mes, con viajes gratis, posibilidad de tener un asistente o dos del gremio –podemitas–, viajes gratis, la leche. Y creo que libres de impuestos, no sé si todo o una parte.

3.- Pues la vieja foto que me manda Paco Pérez, a quien hace años y años que no veo pero a quien sí leo diariamente sus cosas de jubilado, como las mías, como esta misma, me ha reverdecido el recuerdo de aquellos días felices de viajes, agasajos, cursos, y alguna que otra canita al aire, porque algunas compañeras eran más fogosas que las corresponsales de guerra que describe Pérez-Reverte me parece que en “Territorio Comanche”. Ya ven, el tiempo pasa, pero mientras uno siga en la brecha, la memoria también te hace pasar algún que otro rato feliz. Total –y lo cuento en un artículo reciente– para que cuando te mueras diga la gente: “Menos mal que ya palmó ese cabrón”. Mierda de vida. Y mierda de muerte.

Una vez, en Bruselas
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