viernes. 19.04.2024

Por José Montelongo

Domingo, 25 de marzo. Todavía con el recuerdo fresco de la manifestación contra el petróleo, sigo en televisión el escrutinio de resultados de las Elecciones asturianas y andaluzas. Y compruebo que nada sale gratis en política: La subida del PSOE en el Principado y los buenos resultados de la izquierda en Andalucía, que permitirán el gobierno de socialistas e Izquierda Unida, han noqueado al Partido Popular.

La mentira tiene las patas muy cortas y la estafa al electorado infligida por Rajoy en su campaña a las Generales muestra sus primeras consecuencias, la notable pérdida de votantes en apenas cuatro meses y la recuperación del PSOE.

Desgraciadamente, nada parece detener el rodillo conservador. Todo apunta a que seguiremos viendo las políticas del Sr. Rajoy, impuestas por el neoliberalismo de Merkel y Sarcozy, que cuentan rentas y no personas.

También veremos unos Presupuestos generales que recortarán el Estado del bienestar y la protección a los más débiles, en beneficio de un empresariado instalado en lógicas capitalistas.

Posiblemente veremos cómo se implanta el copago en los medicamentos y cómo la reforma laboral cercena los derechos de los trabajadores.

En el ámbito canario, el ministro de las islas autoriza prospecciones petrolíferas en las costas de Fuerteventura y Lanzarote, mientras que en Valencia y Baleares descarta la realización de los sondeos, en pro de su medio ambiente y su turismo. Como si aquí careciéramos de ambos.

No hay peor ciego que el que no quiere ver y Soria no quiere mirar para nuestro territorio insular, ni para nuestro mar, ni para nuestras costas. Y al parecer, tampoco vio la manifestación de la sociedad lanzaroteña contra su petróleo ni contó a sus asistentes. Que no eran nueve mil, ministro, sino veinte mil.

Veinte mil que dicen no al petroleo

Veinte mil que dicen no a las prospecciones.

Veinte mil que dicen que no somos menos que valencianos o baleares.

Veinte mil que volveremos a salir a la calle las veces que sea necesario.

Quizá así le demos la oportunidad de contarnos más despacio.

Veinte mil
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