jueves. 25.04.2024

1.- En el mes de agosto de 1965, un grupo de universitarios agrupados en la Sección de Estudiantes del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias, que en ese momento había creado la hispanista Analola Borges , se lanzó a la idea de filmar una película, en Super 8, con una historia de amor, muda, como argumento central. El motivo era captar para el cine aficionado cómo era el Puerto de la Cruz de entonces. Fue un joven Imeldo Bello , 18 años entonces, luego gran fotógrafo y pintor, el encargado de dirigir la película, cuyo guión original era mío. Yo cumplí 18 años durante el rodaje. Los protagonistas fueron Margarita Rodríguez Espinosa , que al cabo de los años sigue siendo bella por dentro y por fuera; y Pedro Lasso , del que no se puede decir lo mismo sino por dentro. Ya saben que hago alguna broma de vez en cuando. Todos éramos jóvenes, idealistas, generosos y estábamos perdidamente enamorados de la ciudad en la que habíamos nacido y en la que vivíamos; y de aquella gente de la película, que yo sepa, sólo falta uno: Jesús , una persona entrañable que nos dejó hace años. Era meteorólogo de Los Rodeos.

2.- La película está en la Filmoteca Canaria, porque en realidad no era de nadie. Ni siquiera recuerdo quién puso el dinero para comprar los rollos de Super 8; yo creo que cada uno aportaba lo que podía. La cámara la prestó un indio que tenía un bazar, me parece, no sé si "Kashmir" (había un tipo que trabajaba allí al que todo el mundo conocía por Pepito Kashmir ). Por no sé qué designios, yo fui el encargado de custodiar la cinta, durante cuarenta años o así; sobrevivió a todas mis mudanzas y, al final, hace siete u ocho, la entregué en la Filmoteca. Viene al caso todo esto porque eldiariodetenerife.com acaba de inaugurar una sección que se llama "Memoria de Canarias" y ahí pueden ver esta evocadora cinta, ya en DVD, a la que le han puesto música interpretada por el pianista Enrique Chía . Termina con una hermosa puesta de sol y con la melodía "Amor eterno", de Juan Gabriel .

3.- Se me ha encogido el alma volviendo a ver el filme. Me veo y no me reconozco; pero qué guapos éramos, qué divertidos y qué despreocupados, dentro de nuestro celoso cumplimiento del deber. Todos aquellos chicos estamos hoy jubilados, algunos son abuelos, casi todos somos padres y madres y todos seguimos teniendo un gran amor por aquella ciudad que ya no tiene techos de teja vieja, ni calles empedradas con los adoquines originales, ni ve pasar al burro del Sarguito , ni contempla las nasas artesanales, ni siente el rugir de las guaguas rojas de la exclusiva. Que ha visto desaparecer la Casa Yeoward , la Casa Read y los rincones que fueron escenarios de nuestros sueños. Les recomiendo que vean la película.

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