sábado. 20.04.2024

Nos temíamos lo peor y sucedió. El pasado sábado y por sorpresa apareció el cadáver de Yasmila Arrocha en un descampado, en la trasera del cementerio de la capital conejera, apaleado como si fuera un animal. ¿Qué hemos hecho las mujeres para merecer esto un día sí y otro también? Esa es la pregunta que sobrevuela mi cabeza cada vez que conozco una noticia de este tipo, que son muchas veces al año, -en España, casi 70 mujeres son asesinadas anualmente por sus parejas o ex parejas masculinas, el año pasado fueron 84-, y para la que no encuentro respuesta.

El informe de la autopsia confirmaba que Yasmila Arrocha, de tal sólo 22 años y con un hijo de tres años, que nunca entenderá por qué un asesino sin escrúpulos le arrebató a su madre desde tan temprana edad, moría a causa de brutales golpes que recibió en la cabeza. Según los análisis forenses, el cadáver de la joven presentaba diversos traumatismos en la cabeza como consecuencia de haber recibido fuertes y numerosos golpes en esa parte de su cuerpo. Los hematomas causados al cuerpo hacen deducir además que su agresor la golpeó reiteradamente utilizando para ello un palo de grandes dimensiones, posiblemente de alguna herramienta.

¿Qué derecho puede tener una persona a arrebatarle la vida a otra simplemente por ser mujer y por ello más débil? ¿En qué nos hemos convertido, en animales irracionales, que no conocen otra forma de solucionar sus problemas sino matando al enemigo? ¿Por qué se suceden tantas muertes de mujeres a manos de sus maridos, ex maridos, parejas sentimentales o ex parejas sentimentales sin que podamos hacer nada por evitarlo? ¿Por qué los jueces no se convierten también en personas e intentan adaptar el frío papel de la ley a cada caso concreto y por supuesto por qué no actuamos con aquellos jueces que se atreven a exponer en sus sentencias cosas tan absurdas como que una licenciada no puede ser maltratada por su marido o que la forma de vestir de ciertas víctimas provocaba al maltratador? ¿Por qué nos enteramos siempre de las denuncias, padecimientos y gritos de petición de ayuda de cada una de las víctimas cuando ya es demasiado tarde?

No, no hay respuestas para tanto daño a las mujeres. Tenemos que hacer más, no sé exactamente qué es lo que se puede hacer, pero hay que prever estos maltratos antes de que sean irremediables. Quizás sería necesario más labor educativa en los colegios, en las propias familias, medidas más coercitivas con los maltratadotes que impliquen un alejamiento mayor de sus víctimas, una labor de concienciación de las propias mujeres maltratadas, más ayudas económicas para éstas... no sé, pero actuaciones definitivas que ayuden a ir alejando a esas víctimas de ese peligro al que se enfrentan diariamente en su propia casa y con sus hijos como espectadores privilegiados. No podemos permitir que sigan asesinando a más y más mujeres ante nuestros ojos simplemente por ser eso, mujeres.

No me quiero olvidar en estas líneas de otra mujer asesinada recientemente y por fin enterrada este jueves, después de esperar más de 30 días a que los forenses le hicieran la autopsia, Cathaysa, cuyo cadáver fue encontrado por su familia, al igual que en el caso de Yasmila, en el maletero de un coche abandonado en estado de descomposición sin que se haya detenido aún al culpable y de un sinfín de mujeres más. Desde aquí mi más sentido pésame a sus familias y un recuerdo muy especial para cada una de las mujeres que día a día son maltratadas por enfermos no, asesinos, que no entienden que su esposa o pareja es una compañera y no una posesión y que cuando se acaba el amor, se debe permitir a la otra parte que rehaga su vida sin enfrentamientos, falta de respecto, maltratos o asesinatos.

Y hablando de la labor de búsqueda de las familias que dieron con los cadáveres de sus seres queridos, no así la Policía, creo que es fundamental que se averigüe quiénes son los asesinos de estas dos mujeres por sus familias y por el resto de la sociedad. No podemos permitir que se sucedan asesinatos sin culpables y aquí, en Lanzarote, tenemos muchos ejemplos. Todos recordamos el caso del taxista asesinado, del que nunca se supo nada más; el hombre aparecido en el interior de un armario en una casa de Tahíche, la mujer degollada junto a la tapia del cementerio de San Román, etc.. Es decir, víctimas que también requieren justicia.

Es hora ya de que tanto la Policía nacional como la Guardia Civil se pongan las pilas y hagan el trabajo que le corresponde para que Lanzarote no siga siendo el lugar donde se puede incluso matar y salir indemne. Basta ya de inoperancia y de hacernos las víctimas y empecemos a poner caras asesinas a esas muertes. Lanzarote y las familias de cada una de las víctimas lo necesitan.

Yasmila Arrocha y ya van...
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