¿LA HORCA DEL DESGRACIADO?

Más de doscientas alegaciones se han presentado en el Ayuntamiento capitalino para impedir que Hormiconsa siga adelante en el tema de la machacadora - o séase, la planta transformadora de áridos - y las naves aledañas desde la esperanza de encontrar el aliento necesario en la corporación capitalina con la finalidad de que esa mareante obra no se lleve a cabo. Personalmente, no entendemos lo que ocurre con esta mastodóntica construcción, habida cuenta de que sobre la misma penden expedientes y sanciones por un tubo pero, pese a todo, esta especie de torre de Babel sigue adelante. ¿Los poderosos pueden hacer lo que les viene en gana? ¿Tendremos que reconocer que aquello de poderoso caballero don Dinero tiene vigencia en un estado democrático? ¿Acaso la horca es sólo para el desgraciado? Creemos, deseamos que así no sea por cuanto si ello ocurre la desmoralización popular sería tremenda. El soberano necesita creer en las instituciones y en sus gestores, y no porque éstos le den con brillantez al órgano parlante, sino porque sus quehaceres nos permitan otorgarles la confianza que ahora no tienen. Arrecife es un auténtico desmadre en muchos ámbitos pero el más hiriente es el urbanístico y, por ello, se hace necesario dar un golpe de timón con fortaleza para que lo que es un campo desolado de inconsecuencias se transforme en un terreno absolutamente normal. Enrique, Antón, en sus manos está la solución y el devolver al pueblo la confianza perdida. No defrauden.