7 jóvenes lanzaroteños realizaron este verano talleres para erradicar el machismo en una comunidad de Guatemala

Voluntarios en el país de las mariposas

La presidenta de Siembra Lanzarote denuncia la manipulación mediática y el mal uso que se hace de los apadrinamientos por parte de algunas ONGs

Por mucho curso previo que se imparta, hasta que uno no está en un poblado de Guatemala levantándose a las cinco y media de la mañana y desayunando frijoles o lo que haya, no se puede hacer una idea de lo que significa ir de voluntario. El pasado verano el Cabildo de Lanzarote organizó esta iniciativa con la que intentaba apelar al carácter solidario de los jóvenes isleños y siete de ellos decidieron cruzar el charco.

Al frente del equipo estaba Nayra Arrocha, la presidenta de Siembra Lanzarote, que repetía destino. Hacía dos años había pasado 5 meses en tierras americanas y la experiencia fue tan gratificante que decidió repetir.

Sus inquietudes personales le habían llevado en su época de estudiante a colaborar con Siembra en Tenerife pero hasta que no dispuso de los recursos económicos suficientes, no pudo emprender su primera aventura. Hay que tener en cuenta que esta asociación no tiene ánimo de lucro y los costes de los viajes corren a cargo de las brigadas que acuden. Por ello, el perfil de sus voluntarios suele corresponder a personas mayores de edad con una ocupación laboral que les permite sufragar los gastos.

Siembra cuenta con cuatro integrantes en Lanzarote, pero esperan ir creciendo poco a poco y que la experiencia vivida por los jóvenes lanzaroteños este verano les haga incrementar sus filas.

“Depende de tus intereses o de la información que puedas tener pero lo que a mí me motivó para ir fue ver la degradación de este sistema y pensar que no todo el mundo se mueve como tú y que hay que tener una visión más global porque aunque se supone que nuestro sistema ha mejorado, no es así”, recuerda.

Dice que a ella no le costó nada marcharse “a pesar del miedo que tenemos por las imágenes que nos llegan de pobreza extrema y de formas de vida que no tienen nada que ver con la realidad”. Asevera que “la vida allí es como la nuestra hace cien años y sus historias coinciden con las que puedes escuchar de tus bisabuelos”.

“Nos manipulan con niños sucios”

Comenta que “nos manipulan con imágenes de niños sucios y desnutridos que no se corresponden con unos campesinos que viven en contacto con la naturaleza y que tienen unos valores muy comunitarios”. Dice que “lo que aquí vemos como pobreza, a mí me parece riqueza porque allí no tienen sentimientos de nuestra sociedad como una baja autoestima, la inseguridad o los celos”.

ONGs con segundas

Nayra asevera que “cuando viajas y hablas con gente que trabaja en otras asociaciones ves que en muchas ocasiones estos grupos van con segundas y si ayudan a la gente a trabajar es para mantener el neoliberalismo”.

También comenta que “en este viaje vi el miedo de muchas madres porque estaban desapareciendo niños y sé que en la comunidad a la que siempre voy el tema de los apadrinamientos no funciona como debería”. Asegura que “lo que hacen es coger a niños para educarlos con el fin de que trabajen en las grandes empresas o en la hostelería e instalarlos en el capitalismo que se está propagando en Latinoamérica”.

Se lamenta de que estas malas conductas empañan la labor de la mayoría de los voluntarios, que trabajan de verdad de corazón con las poblaciones a las que acuden.

Nayra se queda con el recuerdo de lo verde que es Guatemala, un país poco conocido en España y de lo poco que le costó adaptarse a su vida allí.

Durante su última estancia desarrollaron un proyecto que intentaba erradicar las costumbres machistas arraigadas en su sociedad, dando información o resolución de conflictos. Se realizaron talleres que dieron paso a un comité de mujeres capaces de impartirlos por otros lugares, una vez que los voluntarios ya no estuvieran allí.

Pero la experiencia no fue igual para todos los siete voluntarios conejeros y mientras que algunos encontraron lo que buscaban, para otros, las condiciones fueron tan chocantes que prefirieron abandonar la comunidad para conocer el país.

Eso sí, lo que desea Nayra es que el próximo año se organice una nueva iniciativa que dé a conocer a los voluntarios lanzaroteños las bondades del país de las mariposas.