Dimas sí estuvo allí
Todos los medios de comunicación han coincidido en resaltar la llamativa ausencia de Dimas Martín Martín en el Consejo Político que celebró su partido el pasado sábado al mediodía para oficializar el ultimátum lanzado a sus socios y sin embargo enemigos del PSOE. ¿Todos los medios? No. ABC discrepa. Según informaba este domingo en su edición para Canarias, en una crónica titulada “El PIL espera hasta Reyes para romper el pacto con el PSOE”, Dimas sí que estuvo presente en el Consejo de marras. Que no lo vieran o viesen los otros medios es un problema de esos medios o de sus respectivos periodistas desplazados hasta el lugar de los hechos. Leerte todos los periódicos es lo que tiene: siempre te enteras de algo más que el que no lee ninguno o sólo lee uno y va por la vida como el burro con las anteojeras puestas para no salirse del curso ni del surco previamente trazado.
Para que se vea y compruebe que no me invento nada, cito textual o literalmente la mencionada información facilitada el pasado domingo por el monárquico diario madrileño: “Con la presencia de Dimas Martín, su líder histórico, el Partido de Independientes de Lanzarote (PIL) decidió ayer a través de su Consejo Político dar plazo hasta después de Reyes -lunes 7 de enero- al Partido Socialista (PSOE) para que adopte medidas que saquen de la inactividad a las instituciones que cogobiernan. El pacto entre ambos partidos comprende no sólo el Cabildo de Lanzarote, sino también los ayuntamientos de Arrecife, San Bartolomé, Teguise y Tías”.
Total, que Dimas sí estuvo. Y no sólo en espíritu (el dios del PIL, ubicuo como pocos, está en todas partes y en ninguna, según sople el viento o los indultos), sino incluso en cuerpo mortal. Para que quede claro que no se trató ni de un error ni de una errata inicial, la noticia del ABC no sólo no rectifica sino que ratifica en su segundo párrafo esa presencia de Dimas en aquel acto político en donde casi nadie lo alcanzó a ver. Pasen y lean: “El propio Martín, que goza en estos días de libertad tras haberle sido concedido el tercer grado por las instituciones penitenciarias, estuvo presente en la reunión y fue uno de los que dijo la palabra más repetida de la jornada: parálisis”.
O sea, que Dimas no sólo estuvo sino que además tomó la palabra para repetir lo obvio: que el pacto no funciona o no furula, por más y por mucho que lo niegue la otra parte contratante de la primera parte, que diría el gran Groucho. Y, por cierto, habrá que ver cómo acepta el PSOE el reconocimiento expreso, explícito o implícito de esa inactividad manifiesta, pues sería tanto como autoinculparse de vagos, pachorrudos o pachorrientos (y algo de eso hay, puestos a contar verdades, cuando la primera gran medida institucional que se toma es subirse escandalosamente los sueldos y la segunda mandarse a mudar de vacaciones). ¿Y cómo es que Dimas estuvo, e incluso habló y puso el dedo en la llaga más dolorosa, y prácticamente nadie lo vio... a excepción del avispado corresponsal de ABC? Misterios de la cosa mediática. Cualquier cosa menos pensar pronto y mal y dejar caer que alguien se inventó la noticia de la presencia de Dimas justo allí donde no lo alcanzaron a ver ni propios ni extraños. Ni siquiera cabe pensar en una inocentada del diario madrileño porque el domingo cayó en 30 de diciembre, no en 28.
Bien mirado, tampoco andan ayunos o huérfanos de razón los psoecialistas cuando dicen que “no pasa nada”. En eso coincide con el PIL, que también se queja de que no pasa nada. Nada de nada. Y eso es precisamente lo que no puede pasar en instituciones públicas que están obligadas o llamadas a hacer que pase algo... o pasar el testigo a otros dirigentes.
Que Dimas ordena y manda incluso a control remoto, por telepatía, telequinesia o por persona interpuesta ya lo sabíamos todos por aquí abajo desde hace tiempo. Lo que no conocíamos hasta hoy es su otra capacidad de estar en los sitios, e incluso tomar la palabra, y no haber sido visto ni escuchado por ninguno de los muchos periodistas presentes... excepto por uno que a lo peor estuvo ausente pero se inventó la noticia. Casi nadie se ha enterado de la misma porque, como es triste fama, los que menos periódicos leen son los propios periodistas, paradójicamente. Ya tengo dicho y escrito que ver actualmente a un periodista con un periódico bajo el brazo -no digamos ya leyéndolo- es más difícil que toparse con un político conejero trabajando. Misión imposible, a fe mía. (de-leon@ya.com).