El diablo sobre ruedas
Es una situación que se repite, como mínimo, por segundo año consecutivo, puesto que recuerdo haber leído el año pasado más o menos por estas mismas fechas idéntica o muy similar información, en el mismo periódico y con los mismos protagonistas. Intensísima la sensación de algo ya visto y vivido con anterioridad (el “déjà vu”, que dicen los franceses; una gastada expresión utilizada por el todavía más gastado director Tony Scott, el hermano tonto de Ridley, para titular su última y horrible película). En Lanzarote, la pobre islita rica sin gobierno conocido donde se registra un mayor número de coches por habitante de casi toda Europa, sólo hay una docena de agentes de Tráfico para controlar todas las carreteras. Tal y como lo leen.
Se lo contaba el pasado martes, 3 de julio, un agente de la Guardia Civil destinado en Lanzarote a Erena Calvo, en las páginas del diario ABC: “Siempre estamos con la misma historia, nos faltan efectivos por todos lados para poder hacer bien nuestro trabajo. Actualmente, la plantilla de Tráfico, compuesta por 29 guardias, se encuentra al cuarenta por ciento. Entre las bajas y las personas que están de vacaciones, sólo quedan doce agentes para controlar toda la isla, lo cual es un número claramente insuficiente”.
Se apunta en la citada información que de los 17 motoristas de Tráfico de Lanzarote, “sólo cuatro están operativos, y no pueden salir a la calle porque tienen que completar la plantilla de atestados y quedarse a controlar el radar, de forma que no pueden vigilar las vías interurbanas. De los demás, nueve guardias están de baja y otros tres de vacaciones”. Estamos apañados, porque además “de lo doce agentes de atestados, hay cuatro de baja y uno de vacaciones; sólo se cuenta actualmente con siete, y uno de ellos está en la oficina”. Total, una situación idílica para los que quieran hacerse amos y señores de las carreteras con el método habitual: haciendo el tolete sobre ruedas, que es un vicio suicida y criminal cada día -y noche- más extendido en el asfalto insular, como es triste fama.
Como es fácil aventurar, la mencionada y lamentable situación descrita por el agente de la Guardia Civil -vuelvo a citar sus propias palabras- “no sólo incide negativamente en los guardias que conforman la plantilla, totalmente desbordados de trabajo, sino en la seguridad del tráfico”. Elemental. Ya es una frase hecha: “Pocos accidentes y muertes se producen en la isla con lo que se ve por esas carreteras...”
Según denuncian fuentes de la Guardia Civil de Tráfico en ABC, “hay algunos materiales para los equipos que se sabe que existen pero que nunca han llegado a su destino, como es el caso de unas defensas extensibles (porras pequeñas) que han sido entregadas hace meses (tres decenas de ellas) en otros destacamentos y que aquí no aparecen por ninguna parte. Y hay material que se ha prestado y que nunca ha sido devuelto. Todas estas incidencias deberían salir a la luz ahora con el cambio de Jefe de Servicio, porque con el relevo se firma la recepción de material, y alguien tendrá que responsabilizarse de todo lo que ha desaparecido o simplemente nunca ha llegado”.
Quienes conducimos casi más horas de noche que de día constatamos y damos fe de ese lamentable estado de cosas. Y no nos agarra de sorpresa esa información que se repite periódicamente sobre el colapso en el servicio de vigilancia en carretera por falta de efectivos y de unas mejores condiciones laborales para los mismos, que se están reclamando desde hace años como el que predicaba en el desierto. Ahora, muchos confían que con el cambio de Jefe del Servicio, que se iba a producir durante estos días de julio por la jubilación del actual responsable de Tráfico en Lanzarote, la situación mejore. Tan malo es el panorama actual que se dice que cualquier cambio será mejor porque peor que hasta ahora ya no se puede estar. Amén.
El diablo sobre ruedas, y (casi) nadie para vigilarlo, controlarlo o multarlo. Podemos conducir tranquilos en la isla que es Reserva Mundial e Interplanetaria de la Biosfera, donde dicen que casi todo está protegido, si exceptuamos esa cosita sin importancia que es la integridad física de las personas que se supone que ha de otorgar eso que llaman la seguridad vial, que no consiste sólo en contar con buenas carreteras y que aquí no tiene quien le escriba ni quien la atienda. (de-leon@ya.com).