En cristiano, please

La principal agencia de noticias española, la oficial u oficialista EFE (nombrete que le molesta mucho a su actual director, el grandísimo periodista y escritor Álex Grijelmo, pero la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero) informaba tiempito atrás sobre un acontecimiento que, como era fácilmente previsible, pasó absolutamente desapercibido en toda la prensa de nuestro país (o de "nuestro Estado", como dicen los lenguatrapos del necionalismo separatista u ombliguista). La buena nueva era la siguiente: las academias de la lengua de los países de habla hispana están decididas a hacer un frente común contra los anglicismos. Aleluya, cada uno con la suya.

Nunca es tarde si la dicha llega. Al parecer, las citadas academias han resuelto finalmente (alabados sean los cielos) luchar contra la avalancha de innecesarios anglicismos que padecemos, como es triste fama y como podemos ver o escuchar a diario en los diferentes medios de (des)información que padecemos en España, rebosados todos ellos de infraperiodistas gilicucas adictos al “off the record”, al “play off” o al “nuevo look” (por poner sólo tres malos ejemplos que identifican a los simplones incurables).

Se ha comprobado, para mayor delito y vergüenza, que las academias de Hispanoamérica son mucho más restrictivas a la hora de admitir anglicismos, y que son precisamente ellas las que urgen a la Academia Española a que haga ese frente común y a que se comprometa en una campaña activa para no admitir más términos extranjeros de los necesarios. "Es vituperable tomar préstamos innecesarios", según el director de la RAE, Víctor García de la Concha, que entiende igualmente que "hay que salir al paso de esa actitud de esnobismo, que sobre todo practican los llamados ejecutivos, de decir en inglés lo que tiene 17.000 términos equivalentes en español". Véase no más lo que ha hecho el PSOE (partido al que bien podíamos calificar ya como enemigo público número uno de la lengua española, luego de su criminal "política cultural"), o sus terminales mediáticas o mediocres como la que encarna el diario progubernamental El País, que insulta a diario la inteligencia y el idioma de sus lectores con su adicción pazguata a esos innecesarios anglicismos, que convierte sus páginas en una suerte de diario impreso y digital del “spanglish” (ese híbrido que no es carne ni pescado), y da la brasa con sus palabros tipo “neocons”, “stocks opcions” y demás eructos papanatas que se le lanzan impunemente al atónito lector que, aun sabiendo inglés, prefiere que la prensa de su país esté escrita en su propio idioma, el que le enseñaron sus padres, el que manejan sus vecinos y con el que se entiende con la muchacha. Tampoco parece que sea pedir tanto. (de-leon@ya.com).