Gora Canarias. Burbujas en el agua
A veces, algunas veces -que decía la canción-, en las teóricas revistas de humor es donde se dicen las cosas más serias. Un suponer: lo que escribía recientemente Pepe Culubi en su magnífica página de crítica televisiva en el semanario satírico El Jueves, bajo el título ‘Gora Andalucía Lliure'. Les transcribo literalmente el párrafo, que no tiene desperdicio, para mi gusto: “Lo siento por los nacionalismos ‘históricos', pero la única región española con argumentos de peso para independizarse es Andalucía. Su meticuloso y saludable plan de jolgorio en forma de triángulo de las Bermudas (Semana Santa, Feria de Abril y el Rocío) sería impensable en Cataluña, Euskadi o Galicia, e impracticable en cualquier otra autonomía: todas se parecen entre ellas, pero Andalucía es distinta a todas. Veo en Cuatro el ‘Callejeros' dedicado al Rocío y no entiendo nada, se me escapa esa mezcla de alcohol, devoción, polvo y perturbación. Las carretas transportan neveras con jamones, cigalas gigantes y litros de aguardiente para la mañana, cerveza para el día y whisky para la noche. Un rociero baila con una copa en la mano mientras grita ‘¡Voy de penitencia!', y otro compañero desvela la receta para aguantar tanto trajín: ‘Un trocito de panceta, un cubata'. No sé, como que dan ganas de hacerse creyente”.
Dudo que el tocayo insular/insularista de Colubi, don Pepito (el que siempre tiene El Día tonto), que me consta que no lee El Jueves porque no se conoce de ningún nacionalista de aluvión que tenga sentido del humor (el ombliguista siempre se toma muy en serio a sí mismo, desde Arana a Arzallus), comparta eso de que “la única región española con argumentos para independizarse es Andalucía”. Para el editor/director Rodríguez, Canarias tiene sobradas razones para independizarse de la odiada/querida metrópoli. Por ejemplo: si a Gran Canaria no se le retira el Gran de su nombre, hay que romper con Madrid. Otrosí: si en el escudo oficial Tenerife aparece con el mismo tamaño que la tercera isla en extensión geográfica, hay que desgajarse de España. Y otro: si a las islas no se las nombra por su tamaño (de mayor a menor, porque el tamaño importa) sino por su situación geográfica (de oriente a occidente, como se ha hecho siempre, empezando por Lanzarote y terminando por El Hierro), hay que ir a la soberanía, crear una República Canaria con capital a las faldas del padre Teide, cambiar el euro por el áfrico y sustituir el maldito idioma español por el guanche (que no existe como tal idioma estructurado, pero se inventa o se improvisa sobre la marcha, que en eso de retocar o reformar la historia a conveniencia y semejanza etnomaníaca son maestros los adalides de cualquier nacionalismo que en el mundo haya sido, como es triste fama).
SI HAY “ORO NEGRO”, ES CANARIO
Con ese epígrafe que da título a este segundo comentario encabezaba el suyo este domingo Carlos Segovia, en su sección “Dinero fresco” del suplemento de Economía del diario El Mundo. Tampoco tiene desperdicio, sobre todo para los canarios, lo que escribe en el apartado de La Efeméride: “Se cumplen 30 años desde que las tripulaciones de barcos que se dirigían hacia Canarias veían con sorpresa burbujas en el agua, la señal soñada por los buscadores de gas y petróleo sumergido. Repsol ha hecho pruebas durante décadas, y tiene claro desde 2001 que en esas aguas al este del archipiélago puede dormir gas y petróleo equivalente a muchos millones de barriles en una zona que, para más señas, corresponde al mismo bloque geológico que Venezuela. Pero para comprobar si hay oro negro y si es rentable, tiene que perforar. Y no ha podido hacerlo por un defecto de forma en un decreto de Rodrigo Rato en 2002, y por la decisión posterior de José Luis Rodríguez Zapatero de frenar en plan para no irritar a los grupos ecologistas -apoyados por el PSOE canario- ni a Marruecos. El presidente de Repsol, Antoni Brufau, sabe que es una gran oportunidad con el precio del crudo y que sólo puede hacerse con consenso. Por eso está lanzando cabos no sólo al Gobierno central, sino al canario. Sus servicios jurídicos lo tienen claro: está en aguas canarias, no marroquíes”.
Ya dedicábamos la pasada semana una columna a ese respecto, y no es cosa de insistir hoy en ello. Pero va quedando claro, y más en estos tiempos de crisis no reconocida por el Gobierno pero sufrida por sus administrados, que casi nadie es racista ante este oro negro, pues también los xenófobos hacen distingos: no todo lo negro les produce el mismo rechazo. (de-leon@ya.com).