Los ojos de Fayna
Dimite otra concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Arrecife, caos-pital. Responde al nombre de Fayna (“Casualmente se llama usted como yo, señorita”, que diría Groucho), y viene siendo una muchacha joven, guapísima y con toda la tristeza del mundo encerrada/exhibida en sus ojos. ¿Los motivos? Personales, por supuesto. No iban a ser extra personales o del vecino. Hasta la duda ofende.
Ay, la maldita fogosidad juvenil... esa que ya no afecta al alcalde abandonado, excepto cuando se da a la labor de abroncar a los otros concejales de la oposición, que se tienen merecida la fogosa bronca porque se la permiten, en la errónea creencia de que al alcalde le asiste el derecho a gritarles, como si no fuera el primero que debería dar ejemplo de corrección, urbanidad y buenos modales. El respeto hay que ganárselo.
Cuando en apenas un año de (des)gobierno municipal sale a escape casi un tercio de los concejales del grupo, lo propio sería que dimitiera el alcalde, si tuviera eso que se ha dado en llamar vergüenza torera, pero muchos se malician que Enrique hace años que perdió eso. Yo, si le digo le engaño...
No se recuerda otra en toda la breve historia democrática (es un decir) del Ayuntamiento de Arrecife: los concejales dimiten en manada, tanto los del grupo del (des)gobierno municipal (Antonio Hernández por el PIL; Marcos Bergaz, Miguel Ángel Ferrer y ahora Fayna por parte del mismo PSOE que niega que haya crisis, y menos mal que no la hay), como de la oposición, desde Isabel Déniz (CC) a la chica del PP, Aurora Pérez, que también se mandó a mudar más lejos que cerca del caótico Consistorio conejero. Otros no abandonarán ni aunque los empujen, pues están hechos a ese difícil arte de mirar hacia otro lado mientras el barco encalla o se hunde, acogidos siempre al afamado lema del “ande yo caliente y váyase la gente”, que dicen que también ha asumido ya el alcalde abandonado (abandonado a su suerte, por el partido, por sus concejales correligionarios, por los concejales socios de mandato municipal y hasta por los de la oposición). Qué solos se quedan los muertos, que decía el poeta.
En lo que va quedando del Ayuntamiento de Arrecife, el mencionado Marcos Bergaz marcó el camino dimisionario entonando el ya cansino y hueco lema de los “motivos personales”. Lógico: la dimisión, por definición, siempre es “motu proprio”. Y luego le siguieron en la huida o “tocata y fuga” al desilusionado Marcos otros que también están comprobando en carne propia que lo que no puede ser no puede ser y además acostumbra a ser imposible. Ya habíamos apuntado aquí mismo, en columnas anteriores, que llegarían más dimisiones. Y puede que algún cese, como estuvo a punto de suceder la pasada semana. Pero Pérez Parrilla seguirá fumando igual (eligió mal mandato para dejar el vicio, a fe mía).
En hablando de la crisis que no existe -qué va- en el grupo municipal del PSOE-PIL, no voy a repetir aquí una vez más (la enésima) aquello de que no era nada lo del ojo y lo llevaba en la mano, para que no me sigan llamando desestabilizador y otras cosas feas que no conviene repetir porque te salen bichos en la boca. Claro que, para tratarse de una crisis ficticia, ya va dejando demasiados cadáveres reales por el camino, para mi gusto.
Dimisiones en cascada aparte, en realidad no pasa nada: en el pacto de gobierno institucional que se traen montado contra viento y marea dimisionaria el PSOE y el PIL en el Ayuntamiento de la capital de esta pobre islita rica sin gobierno conocido reina la más absoluta paz. La paz de los cementerios, dirán otros, en donde no se mueve nada porque todo está muerto y paralizado de antemano. Vete al Ayuntamiento y echa un vistazo, si te atreves. Pregúntales a los funcionarios, en confianza. Mi confidente (confidenta la llamarían las de Mararía, padescanse) en el Consistorio arrecifeño me dice siempre que a este paso se va a quedar sola en el estancado Ayuntamiento de lo que ya sólo es capital del caos conejero (en comandita con el Cabildo, claro). (de-leon@ya.com).