¿Mafia en los procesos electorales?
La noche del pasado martes me pasaba don Ramón Pérez Hernández (Monzo para los amigos) la dirección de una página de internet (http://mpepaphoto.blogspot.com), y me recomendaba echarle una ojeada. “Está muy interesante, y no lo digo sólo porque conozco muy bien a la persona que la escribe [María José González]. Mírala tú mismo”.
No más le echo un vistazo, me tropiezo con un artículo de opinión titulado “Procesos electorales y mafia”. Habla de elecciones en nuestra isla, no en Australia: “Me provoca revoltura todo lo relacionado con las épocas electorales, y si encima son de tipo autonómicas (que Dios me coja confesada), la sensación de náuseas o ‘provocadera', como diría mi amiga Gely la cubana, se incrementa”.
Para un abstencionista convicto y confeso, ese primer párrafo, a modo de confesión de parte, ya es aliciente de sobra para continuar la lectura de unas líneas escritas por una mujer que confiesa que “hace mucho tiempo que la política dejó de interesarme”, y que afirma cosas tan obvias como absolutamente ciertas y políticamente incorrectas: “En mi Lanzarote natal, los políticos han transformado las instituciones públicas en su feudo particular. Una hacienda privada en donde hacen y deshacen a destajo, no dejando títere con cabeza. Han conseguido echar a perder todo lo que tendría que protegerse. Los Centros Turísticos, diseñados por nuestro más importante artista internacional, ahora son agujeros de pérdidas monetarias gracias a la pésima gestión de esta saga de monifatos. La empresa que tramita el avituallamiento de aguas en toda la isla es otro saco roto, con una administración propia de un país tercermundista. Los centros para ayuda social de los incapacitados están cerrados, dicen que por falta de recursos económicos. La agricultura apenas tiene ayudas para subsistir en este pedazo de volcán callado. La ganadería no recibe subvenciones suficientes para mantener a los pocos artesanos de la quesería que quedan en la isla. Las ayudas económicas llegan pero sólo se filtran llenando las huchas de quienes siempre tuvieron, haciéndose más ricos con cada inyección monetaria. Políticos que entregan a manos manchadas por la codicia los dineros destinados a obras nobles. En definitiva, una política más propia de Nápoles y Sicilia que de España. Unos sinvergüenzas, cuasi mafiosos, que continúan haciendo de las suyas, mostrando al mundo su desfachatez”.
Concluye su columna María José González de esta guisa: “Entiendan ustedes que no me alegre de que hayan elecciones. Ni vascas, ni gallegas, ni catalanas. Entiendan que una se cansa de confirmar que sea en el lugar que sea y en la lengua que les dé la gana, los procesos electorales siguen siendo una farsa teatral en donde los mal llamados ‘electos' engañan, roban a manos llenas y representan sus papeles de villanos, eso sí, a la perfección”.
Yo sí me alegro de que haya elecciones. Cuantas más, mejor. Pero, mientras los candidatos sigan siendo los que son y los partidos sigan actuando como actúan, me seguiré apuntando al democrático y constitucional recurso de la abstención. Mientras las cosas sigan como están, no cambio mi lema electoral: “Vota por tu dignidad: abstente de votar”. (de-leon@ya.com).