Miss-terio

Ya han sido oficialmente presentadas y presentados las candidatas y candidatos a “misses” y “missos” para los sangineles y sanginelas de 2008 (no hagan rimas). Ya pueden ustedes y ustedas (lectores y lectoras) ver los respectivos rostros y rostras de los chinijos y chinijas que competirán por ver quién es el más guapo o guapa de Lanzarote y Lanzarota, a juicio de los miembros y miembras del jurado. Las fotos y fotas de los concursantes y concursantas ya están publicadas en este mismo diario digital y tal, aunque a mí lo que más me ha llamado la atención de las mismas es lo cambiada que está doña Encarna Páez, a la que casi no reconozco en la imagen porque se le ha puesto cara de amargado concejal psoecialista.

Como no entiendo de belleza masculina (es más, no creo en ella), no opino al respecto. Y como no voy a ser miembro (ni miembra) del jurado por Dios, tampoco me pronuncio sobre la merecedora de tan alto galardón, aunque tengo para mí que salta a la vista, visto lo visto en las fotos y fotas.

En lo que sí me mantengo, hoy como ayer, es en la idea y la convicción, cada día más firme, de que no hay nada más triste que un concurso de belleza. Ni más patético, ni más cutre ni más hortera. Ni más cruel, si encima hablamos de chinijas que pueden estar muy formadas por fuera pero algo menos por dentro, a la altura de la azotea. De ahí salen después traumas psicológicos para el resto de la vida. No digo nada nuevo ni nada que no hayamos repetido aquí mismo en varias ocasiones anteriores. Llueve sobre mojado. Pero mientras tengamos los políticos que tenemos, que pierden el culo por colocar una banda y agenciarse la foto de turno, tendremos concursitos de belleza hasta en la sopa. Es más, lo que antes era un mercado de carne al que sólo se prestaban y presentaban las mujeres, ahora (gracias al feminismo igualitario, ágrafo y retrógrado que padecemos, aunque se tenga por muy “progre”) es un mercado de carne en el que también participan ellos. No sé en qué hemos salido ganando porque tampoco soy ministro ni ministra de Igualdad, al Cielo gracias.

Si la belleza es mentira, como dijo el sabio, los concursos de belleza son mentiras sobre mentiras. Lo más aburrido y lo más cansado que se ha inventado nunca. Para mal de males, en Lanzarote las últimas ediciones de estos concursos que causan vergüenza ajena sólo a unos pocos (nadie dijo que la mayoría ande en posesión de ninguna verdad por el simple hecho de serlo) han sido tan escandalosas como descaradas. Las más guapas, aunque la belleza sea tan subjetiva como relativa, no se han llevado ni una etiqueta de Anís del Mono. Para mayor gracia o delito, lo de la compra previa del jurado es un secreto a voces, una suerte de tradición/traición que hay que mantener y fomentar como seña de identidad. De hecho, el jurado de turno siempre lo tiene mucho más difícil para deliberar que para poner la mano y recoger el sobre, como es triste fama. (de-leon@ya.com).