La pesadilla conejera de ZP

Arrancó la semana con una guerra de titulares que se contradecían los unos a los otros y los otros a los unos: “Repsol exige el desbloqueo de permisos para buscar petróleo en aguas canarias”; “Canarias exige a Repsol participar en las prospecciones y garantía ambiental” (aquí, además de un titular, iba incluido un chiste, como salta a la vista); “Repsol niega que haya hecho una nueva petición al Estado para buscar petróleo en Canarias”...

Total, que lo único que se sabe a día de hoy es que no se sabe nada, y que todo este asunto sigue tan oscuro como el propio petróleo, años después de iniciada esta vaina del tira y afloja, penúltima versión del otrora afamado baile de la yenka.

En la radio, una oyente me recordaba este martes todos los peligros que se nos vendrían encima de confirmarse lo de Repsol (así fuera lo de las prospecciones, lo de las extracciones, o ni lo uno ni lo otro), y sacaba a pasear algunos demonios habituales como -un suponer- lo de la central nuclear de Tan-Tan, tan al ladito nuestro.

Recordemos otros titulares recientes: “Cayucos sobre el crudo que disputan Marruecos y Repsol”. Lo escribía tiempito atrás Carlos Segovia en su sección “Dinero fresco” del diario El Mundo: “Bajo las mismas aguas que navegan barcas de miseria hacia el destino soñado de Canarias, Repsol YPF estima que yace una importante bolsa de dinero negro”. Sangrante sarcasmo. El presidente de Repsol, Antoni Brufau, ya tiene en su magnífico y enmoquetado despacho los resultados de las dichosas prospecciones previas. Ya está confirmado: hay petróleo al ladito de Lanzarote. Y no cuatro bidones, no, sino un importantísimo yacimiento que sólo está a la espera de perforación, extracción, venta y negocio. Y puede que también haya mucho gas. Total, una mina. Mucho cuidadito con eso, sobre todo en tiempos de crisis como los actuales.

Los informes que confirman la existencia de esa bolsa que puede llenar otros muchos bolsillos (no precisamente lanzaroteños, para mi gusto) los puso sobre la mesa el afamado Nemesio Fernández-Cuesta, responsable de exploración de Repsol. La compañía ya ha ido con el cuento al Gobierno (español, en este caso), al que le está diciendo a todas horas que es urgente que les conceda la autorización pertinente para realizar, a la voz de ya, porque mañana puede ser tarde, perforaciones a unos siete kilómetros (7, sí, a tiro de piedra) de la costa canaria, que dentro de poco será costa rica (sólo para algunos, insisto).

¿Y a qué tantas prisas, cristiano? Pues al hecho de que el rey de Marruecos, Mohamed VI, ya ha autorizado los trabajos de exploración en la parte que le toca de soberanía sobre las mismas aguas que bañan a unos y ahogan a otros. Total, que el Reino alauí, que te vi, ya ha tomado la delantera antes de sonar el pistoletazo de salida y podría llegar a pinchar la bolsa de petróleo antes que la petrolera hispano-argentina (sigue sin haber acuerdo entre España y Marruecos sobre la línea que separa las aguas de unos y otros, por lo que una autorización española sería mal recibida por Rabat, que tiene sus propios planes sobre la golosina negra). ¿Por qué otra razón duda Zapatero? Porque teme que dar esos permisos haría perder otra rica bolsa no menos apetecible para los políticos: la de los votos, pues sabe de primera mano que la cosa petrolera es asunto impopular en las islas más orientales. Y Zapatero prefiere perder la vida (de otro) antes que perder un voto. Así se explica su indecisión... momentánea. ZP quiere pasar en paz sus inminentes vacaciones en Lanzarote, y que no se repite la pesadilla de tener que volver a ver el inquietante careto de Pedro Hernández con el terrorífico disfraz blanco manchado de piche. No le han informado al presidente que Perico ya no es consejero en el Cabildo, y que es poco probable que vaya a ser Ástrid Pérez la que se disfrace de ecologista radical, porque Manuela Armas es muy capaz de no dejarla entrar a “su” Cabildo.(de-leon@ya.com).