Poder y pecado
Llámalo demagogia, si quieres, pero es lo cierto que ningún hijo o familiar directo de ninguno de los cientos de senadores y congresistas que en los últimos años han representado en Washington a alguno de los 50 estados (y un distrito federal) de la Unión ha participado en ninguna de las últimas guerras en las que se ha embarcado el país más poderoso de la Tierra y parte del extranjero. Y hay otro dato, tan increíble como cierto, que conviene recordar de vez en cuando. Es el que habla de una empresa principal, que en la práctica viene siendo una suerte de singular multinacional todopoderosa, que cuenta con poco más de 500 empleados, muchos de los cuales tienen antecedentes policiales como los que se especifican a continuación:
84 han sido arrestados por conducir en estado de embriaguez (borrachos, por decirlo en cristiano). 29 están acusados de maltratar a sus esposas o amantes. 19 han tenido problemas judiciales por emitir cheques sin fondo. 7 han sido arrestados en algún momento, acusados de fraude. 117 han estado implicados, directa o indirectamente, en quiebras fraudulentas. 3 fueron acusados, en algún momento de sus vidas, de violencia. 71 tienen negadas las tarjetas de crédito por impago. 14 han sido arrestados alguna vez por consumo de drogas. 8 lo fueron por sustracción en grandes almacenes. 21 tienen, en la actualidad, diferentes causas pendientes con la Justicia.
La multinacional en la que trabajan todas esas buenas piezas o inocentes criaturas temerosas de Dios, que en realidad y en buena lógica judicial deberían la mayoría de ellos estar entre rejas, es el mismísimo Congreso de los Estados Unidos de América. Son parte, y no precisamente minúscula o anecdótica, de los 535 honorabilísimos miembros de aquella gran Cámara. Vaya tropa...
Esas almas cándidas y puras corresponden, en efecto, a los mismos personajes principales que luego debaten, redactan y promulgan las leyes para que las cumplan el resto de los ciudadanos de Estados Unidos (y, por lo tanto y por extensión, de casi todo el planeta, puesto que de forma directa o indirecta afecta a prácticamente todas las "provincias" del actual Imperio gringo). Esos congresistas cumplen sus propias leyes tal que así: incumpliéndolas. Ejemplar ejemplo el de estos ejemplares que, cada dos por tres, nos llevan a todos a la guerra.
Así se entiende la presencia masiva de predicadores que se acercan a diario hasta el Congreso estadounidense a pedirles a voz en grito a los congresistas que se arrepientan de sus pecados, tal y como he podido comprobar las dos veces que he tenido la oportunidad de visitar la capital de las capitales, donde se concentra mayor poder por metro cuadrado... y pecado, visto lo visto. (de-leon@ya.com).