Raquel a Penélope
Se ha desinflado en apenas una semana la última película de Pedro Almodóvar. Esta vez ni siquiera la prensa más adicta al supuesto genio manchego le ha reído la gracia que no tiene a su última creación. Mala suerte para el cine patrio, y para Lanzarote, de refilón, que siempre ha tenido muy mala estrella con respecto al séptimo arte, como es triste fama. Se han rodado muchas películas en la isla, es cierto, pero ninguna medianamente buena. La verdad es la que es, la diga Agamenón o su porquero.
Madrugadas atrás me gocé en algún canal del Digital Plus un documental gringo en el que se volvía a hablar de Lanzarote por el único motivo que siempre se habla de nuestra isla en Hollywood: el rodaje en las playas de Papagayo y por ahí de un bodrio que en España se llamó “Hace un millón de años”, una película malísima donde Raquel Welch era la chica buena en el más amplio sentido de la palabra. Es la prueba palmaria de que hay muy malas películas que le han dado muy buena publicidad internacional a esta pobre islita rica sin gobierno conocido. Los lanzaroteños, que vivimos y dependemos casi exclusivamente de la imagen y de la buena promoción en el exterior, nunca agradeceremos como se merece el favor que nos hiciera, años ha, el rodaje en Lanzarote de aquella película que, pese a su ínfima calidad, es un referente universal, y no hay recopilación cinematográfica en la que no aparezcan algunos fotogramas con la Raquel de marras huyendo de las garras de los monstruos en la costa conejera. Ello ha posibilitado, en efecto, una constante publicidad para la isla que se hizo efectiva cuando la película se estrenó en medio mundo, y que sigue siéndolo hoy porque la misma se ha convertido en referencia casi obligatoria de los cinéfilos de todo el planeta.
A nadie le importa el poco rigor histórico que supone eso de ver a los dinosaurios conviviendo (es un decir) con los humanos, pero las carnes prietas de la Welch de sus mejores días huyendo constantemente de unos bichos que hoy causan risa, más el añadido de los paisajes lunares o falsamente primigenios de Lanzarote, terminaron convirtiendo a la peliculeja en un objeto de culto (hortera o cutre, de acuerdo) de los aficionados a las rarezas filmadas. Prueba de ello es que, como queda dicho, no hay resumen de la historia del cine en donde no aparezca algún plano, escena o secuencia de aquella producción en la que también hicieron sus papelitos, como figurantes, aparte del infaltable Heraclio Niz, el Pollo de Arrecife, muchas conejeras de la época. Hoy, en 2009, figurantes somos todos. Y actores principales, sólo los políticos, sus enchufados y demás asesores de la nada: ellos se lo guisan y ellos se lo comen.
¿Ocurrirá con “Los abrazos rotos” lo mismo que con “Hace un millón de años”? Cumple con el requisito de ser una película mala, o al menos fallida, pero no creo que acabe siendo película de culto de casi nadie: no es sólo que en la de Almodóvar no esté Raquel Welch (que no está), sino que encima está la Penélope Cruz... (de-leon@ya.com).