Sangineles desangelados

Recibo algunos correos electrónicos, y también alguna reprimenda verbal, por parte de sufridos lectores de esta tribuna impresa y digital que me echan en cara que no me haya pronunciado aquí, a estas alturas de agosto, ni a favor ni en contra del desarrollo de los “sangineles” de 2007, que supongo que ya deben andar, como diría mi idolatrado Cantinflas, agarrando la recta final, por la máxima aquella de que Dios aprieta pero no ahoga y no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista. Tamaño y grave pecado por mi parte, ya lo sé, pero no crean que son ganas de escurrir el bulto o de no mojarme con las supuestas mejoras introducidas por el nuevo/viejo/clásico equipo de gobierno municipal (PSOE/PIL de toda la vida de Dios), pero es que ponerme a opinar sobre un entierro (sí, los “sangineles” murieron años ha, por si no habían caído en la cuenta elemental, como el chinijo tolete de “El sexto sentido”, y con lo que ya huele ese cadáver) al que nadie me ha convidado sería tanto como hablar con perfecto desconocimiento de causa, porque, fiel a mi inveterada costumbre antisocial, no he seguido ningún acto y ni siquiera leo o veo nada que tenga que ver con esos festejos de teórico “interés nacional” (y yo soy astronauta en mi tiempo libre, puestos a contar mentiras).

Sólo de forma tangencial o colateral me he acercado por un trozo de estos desangelados “sangineles” fantasmas. Hablo del ventorrillo -este año sin palmeras ni picudos rojos, sólo con las siluetas utilizadas en la campaña electoral- de Alternativa Ciudadana, que ya se ha convertido en un clásico. ¿Eso es gozarse los “sangineles”, strictu sensu? Supongo que no (para gozarse las fiestas hay que sufrirlas en el recinto ferial). Lo mío sólo es ir a saludar a los conocidos, como la plana mayor de AC, cuyos integrantes se portaron con uno como uno no se merece. Fue la misma noche del miércoles festivo en la que, a la mismita hora, me decían que andaba celebrándose, allí al lado en la carpa, la gala de la elección de la muchacha más guapa de Lanzarote y parte del extranjero (he visto luego las fotos de las “agraciadas” en este mismo diario y he constatado la gran verdad que encierra aquella otra frase hecha que avisa y advierte que para gustos se hicieron colores, y yo acabo de descubrir que soy daltónico).

Total, que no sé cómo está saliendo este San Ginés de 2007. Tanto me da que me da lo mismo, valgan verdades. El voraz e insaciable picudo rojo de las fiestas institucionales es el dirigismo político: cuando gobierna Juana lleva de pregonero y de diseñador a los de su cuerda, y cuando manda su hermana hace lo propio. Que la gente quiera autoengañarse llamando cambio radical a lo que es un simple o simplón trueque, allá cada cual. Pero el nuevo/viejo/clásico grupo de gobierno municipal de Arrecife partía esta vez con una ventaja: peor que como lo venía haciendo el anterior de Encarna y sus conmilitones era imposible hacerlo. Eso que ya tenían ganado de antemano. Me cuentan que ahora se ha separado o apartado a algunos parásitos, pero me consta igualmente que otros siguen agarrados a la chucha como lapas. Así que de esa misa me creo la media, aunque sí quiero pensar que ya no vendrán más cuentachistes sin gracia o cantantes afónicas a los que los parásitos institucionales o intermediarios inframusicales -esa pequeña mafia contracultural- les pagaban (cuando les pagaban) apenas con un bocadillo y un refresco mientras ellos se llevaban la mejor parte del leonino contrato. He preguntado a algunos de los masoquistas que han asistido a los actos por la calidad de las actuaciones musicales, si la hubiera o hubiese, y me han hablado de una manadita de mocosos (por lo jovencitos) o machanguitos catódicos, muy conocidos en su casa a la hora de comer y reconocidos apenas por las chinijas monifatas con los primeros picores al sur del ombligo, que suelen tener el gusto musical por esa misma zona corporal. No me suena ninguno de los nombres que me dan. A lo peor es que, aparte de daltónico, me estoy volviendo viejo. No sé nada de nada de los que me dicen que han venido a cantar o a dar el cante, pero es que hace décadas que no viene a actuar por aquí abajo alguien que tenga voz, que es algo que ahora parece ser secundario en hablando de ese arte. ¿Iríamos al fútbol si los jugadores fueran todos una manada de tuercebotas convictos y confesos? Bueno, vale, ya sé que incluso con un equipo así puedes ganar una Liga sin haber jugado a nada durante todo el Campeonato anterior (y lo que llevamos andada de pretemporada veraniega), pero esa es sólo la “blanca” excepción que confirma la regla. Los “sangineles” han muerto. Que en paz descansen... y que nos dejen en paz. (de-leon@ya.com).