Sin Autos, vete a pie

No más adelantó este mismo periódico que este año no habrá Autos Sacramentales en Mancha Blanca (a mí que me registren, que yo tampoco sé lo que son, ni ganas) y se montó la de Dios es Cristo en los foros digitales, que los llaman. El Cabildo ha decidido que los Autos de Dolores se paren en seco, lo cual es una medida institucional que a este mal cristiano que esto firma no le parece bien ni mal sino todo lo contrario, porque en realidad tanto me da que me da lo mismo algo en lo que no creo (como la mayoría de los que se suman a la fiesta, por cierto).

Los Evangelios dicen que Jesús (Cristo, no Machín) no sólo no era idólatra sino que combatió a quienes lo eran, y otras religiones tienen prohibido a su vez las imágenes de sus dioses y profetas. Ahí les alabo el (buen) gusto, si quieren que les diga la verdad.

Ah, pero aquí somos así, señora, y nos hemos inventado una romería ancestral y tal, porque a veinte años -que no es nada, como decía el tango- lo llamamos por aquí abajo tradición, con dos pares. En realidad no llega ni a 20 años los que lleva cumplidos lo que hoy conocemos o llamamos pomposamente como la ancestral y cuasi secular (no se me ría nadie, que un respetito es muy bonito) romería de Los Dolores, que es un invento que se sacó del bolso doña Sebastiana Perera Brito (Chana para los amigos y demás personas piadosas), entre chocolatadas y mareantes cruceros de placer que pagábamos incluso los que no nos embarcábamos en el Titanic de la tita Chana, allá cuando ejerció primero de consejera de Costura (Cultura, quise decir) y luego de presidenta del Cabildo de Lanzarote, porque en esta pobre islita rica sin gobierno conocido, por muy cagadita de mosca que parezca en el mapa, no tenemos nada que envidar al afamado y sobado dicho gringo: también aquí cualquiera puede llegar a ser presidente (del Cabildo), y ejemplos tuvimos a punta mala -hasta 7, si no perdí la cuenta- en el anterior mandato, para no ir más lejos en el tiempo. Al que no quería caldo, tres tazas.

Tienen un problema añadido los flamantes cargos públicos e impúdicos trincados en

cargas económicas para todos los que les pagamos sus jugosos sueldos recién subidos: cada vez que la presidenta actual del Cabildo, o los alcaldes de Teguise, Arrecife, San Bartolomé y por ahí salgan con el cuentito de que este año habrá menos voladores o menos muchachas en el concurso de belleza porque las arcas están exhaustas (¿?), el ciudadano que todavía tiene el cuajo de ir a votar a esta panda estará cargadito de razón para decirles a los dicentes que si tan poco es el dinero con el que se cuenta cómo carajo (con perdón) se explica que la primera medida tomada en el actual curso político en las mencionadas instituciones fuera o fuese, precisamente, la de subirse los sueldos consejeros y concejales, presidenta y alcaldes rumbosos. Llámalo demagogia, si quieres, pero es demagogia repleta de verdad de la buena. En el pecado (pecado al que aquí le dedicamos cuatro columnas seguidas, y hasta nos tacharon de exagerados, cuando que lo único exagerado es lo que cobran estos vividores de la democracia) llevan la penitencia los de los sueldos de susto. Con su pan se lo coman, mientras nos comen a todos por las patas.

Me quedo con el elemental juego de palabras que me decía la otra noche una alucinada redactora (no fuma ni bebe pero lee, la pobre): “Pues si no hay Autos, que vayan a pie”. (de-leon@ya.com).